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Varios >> Fans >> Fan fics >> Mi falso compromiso

La familia Li, y un misterioso muchacho.

 Tomoyo acababa de depositar la carta para Eriol en un buzón.

Si hubiese sabido antes del viaje de Sakura, le habría tenido mucho más que contar. Pero ese tema la tenía intranquila. Sakura nunca hacía viajes a escondidas y esa cita en Hong Kong debería ser algo muy importante.

—“Tan importante que no tuvo tiempo de decírmelo”–pensó un poco afligida.

Tenía tantas cosas planeadas para esa semana. Entre ellas visitar el acuario con su amiga, y también probarle algunos atuendos para sus grabaciones.

Sonrió muy contenta al imaginar a Sakura con el traje que había confeccionado.

—Espero que haya llevado su teléfono móvil...– susurró la muchacha.

Desde que la recolección de cartas había comenzado le había regalado a su amiga un teléfono celular para que se comunicasen. La gracia era que pudiera acompañarla en todas sus grandes hazañas y lucir los trajes de combate que con tanto esmero confeccionaba.

Se sentía muy afortunada al tener una amiga como Sakura. Ella era atenta, tierna, alegre y podía contagiar a todos con esa energía que tenía.

—“Le tendré hermosos trajes a su regreso”–pensaba llegando a su casa—“Ojalá y esté bien”

 

                                     * * * * * *

 

Sakura se atrevió a mirar de reojo. La mirada fría que sentía hace un rato, le daba escalofríos y le hacía sentir muy tensa.

La señora Ieran le sonrió y luego se tapó la boca con su mano mientras decía:

—Lo siento... no te he presentado a toda la familia...

La tomó de los hombros y la giró ante las cuatro jóvenes que reían.

—Ellas son mis hijas–dijo Ieran.

—Yo soy Fanren

—Yo me llamo Feimei

—Yo Fuutie

—Soy Shiefa

Luego de que Sakura sonriera, Ieran la giró hacia otro costado.

—Ella es mi sobrina

—Hola, mi nombre es Meiling– dijo una chica de cabello negro y expresión alegre.

Sakura sonrió nuevamente y Ieran la giró finalmente hacia otro lado.

 

La muchacha no pudo evitar sentir algo extraño. Estaba ante un muchacho de cabello alborotado y profundos ojos marrones. Él era la persona de la mirada penetrante que estaba sintiendo.

Tenía una expresión muy seria, parecía malhumorado, pero pudo notar que ese chico también sentía algo raro en ella, ya que no dejaba de mirarla con cierta desconfianza.

—Él es mi hijo– dijo Ieran sonriéndole.

Sakura intenta sonreírle al muchacho pero sólo sentir esa mirada tan extraña, la hacía enredarse y ponerse nerviosa.

Shiefa y las demás comenzaron a hacer señas a su hermano para que saludara como es debido, sin embargo él parecía no querer abrir la boca.

—¿No te vas a presentar?– preguntó Ieran algo irritada.

Shaoran quitó los ojos de Sakura y mirando a su madre dijo molesto:

—Primero quiero saber quién es ella– profirió con seriedad.

Hubo un gran silencio en la sala. Las hermanas estaban inquietas ante la reacción de la madre. Ya veían salir de ella rayos fulminantes en todas direcciones.

Pero Ieran permaneció impávida y sólo sonrió a Sakura como antes.

—Perdona a mi hijo, siempre es así–susurró al oído de la niña— ¿No te molestará presentarte?

—Claro que no...–pudo decir ella con inaudible voz— Soy Sakura Kinomoto– le dijo al chico y estiró su mano con la sonrisa más forzada que pudiese haberle salido.

Shaoran miró receloso la mano de la niña y como si aquello le costara un gran esfuerzo tomó su mano y depositó un suave beso en ella.

Sakura se sonrojó. Sólo una vez le había tocado vivir ello y fue cuando su amigo Eriol se había presentado, él era muy educado y culto, además venía de Inglaterra donde aquello era una costumbre.

Aún después de la presentación, Shaoran no se vio satisfecho.

—Bueno, ahora pasemos al comedor para que comas algo ¿está bien?–dijo Ieran con una gran sonrisa.

—Sí...–respondió tímidamente Sakura y siguió a la mujer bajando la vista con vergüenza, aún su color normal no volvía luego del beso.

—Es muy tímida– dijo Fanren a su hermano.

Él siguió a la muchacha con su expresión indiferente de siempre.

—Esperaba que me dijeran que tanta importancia tiene– regañó el chico guardando sus manos en los bolsillos del pantalón.

Meiling lo escuchó y no pudo evitar comentar con sarcasmo:

—¿A poco no es linda para ser tu novia?

Li reaccionó rápidamente y saltó a la defensiva:

—¡Cómo se te ocurre decir eso, ella nunca será algo mío, ni siquiera lo pienses!– se defendió con engreimiento.

—Sólo decía que deberás adaptarte porque es tu visita– siguió diciendo Meiling.

—Aún así no estoy para tus bromas– masculló el chico enfadado.

—Es que como tus hermanas me habían dicho que traerían a una chica para la cena, pensé que sería la próxima “candidata”– finalizó Meiling mientras la cuatro hermanas tenían grandes gotas en sus cabezas.

—¿Qué?... Pero si... me dijeron que mi madre elegiría a...–Shaoran se detuvo y logró escuchar una exclamación de su madre diciendo: “¡Una niña tan linda debería tener novio!”.

Desvió la vista con enfado a sus hermanas, pero éstas intentaban escapar corriendo de la escena.

—¡Esperen! ¿Dónde creen que van? –les regaña con evidente malhumor.

Las cuatro se inmovilizan y tiemblan de forma graciosa. Meiling sólo mira con una gotita lo que ocurre.

—¡¿Esa niña es la chica que mi madre eligió para...?!–Li no pudo seguir porque con sólo pronunciar la palabra se sonrojaba y sentía que quería morirse allí mismo.

Las hermanas afirmaron con las cabeza mientras Li se tiraba al suelo susurrando:

—Esto no me puede estar pasando a mí...

 

En el comedor, Sakura está sentada con un pastel enfrente a ella. En sus manos tiene su mochila y puede sentir las pataditas de Kero, a lo que sólo intenta disimular.

—¿No crees que ya es hora de buscar un novio?–preguntó Ieran a una nerviosa Sakura.

La muchacha se sentía incómoda con las preguntas, pero intentaba sonreír a todo lo que la mujer le indagaba.

—Bueno.... Aún no...–contestó retraídamente.

Ieran sonrió y miró hacia el recibidor.

—Shaoran tampoco ha pensado en tener novia... Está solo, igual que tú– comentó sonriendo con inocencia la mujer, mientras Sakura desvía su vista hacia el recibidor.

Wei entra al comedor junto con una criada y le sirven té a ambas.

Luego, otra empleada que trae un cuchillo se encarga de rebanar el pastel.

—Y... ¿Qué te pareció mi hijo?–pregunta Ieran en baja voz.

Sakura se sonroja un poco. Mira de reojo nuevamente al recibidor, pero no se puede ver a nadie.

Tardó unos segundos en contestar. Si decía la verdad de la impresión que ese chico le había dado, no le agradaría a Ieran.

—Es... Uh... –se detuvo a buscar alguna palabra que describiera a ese chico callado, serio, un poco frío, pero muy guapo...

Las mejillas de la niña se tiñeron de un vivaz rojo, y Ieran sólo pudo sonreír nuevamente.

—¿Guapo?–preguntó con picardía, a lo que Sakura se sonrojó más y afirmó despacio.—No eres la única que lo piensa, así que no te apenes tanto.

¿No era la única? ¿A qué se refería?. Sakura tomó su taza de té y bebió un poco.

Las patadas de su mochila le hicieron  reaccionar.

—Ay...–dijo al sentir un golpe cerca de su brazo.

Ieran sabía bien lo que ocurría. Desde que había llegado, sentía una fuerte presencia en esa mochila, pero no comentaba nada para no urgir a la niña.

—Eh... Perdón...–dijo Sakura riendo con nerviosismo.

—¿Quieres que Wei te lleve la mochila a tu recamara?– le pregunta con amabilidad.

Sakura niega con su cabeza, mientras una vocecilla se oye.

—Me estoy ahogando...–era Kero, quien ya estaba de color morado al ser apretado por Sakura.

La Maestra de las cartas tenía una gran gota en su cabeza y miraba preocupada a Ieran, quien observa con atención su bolso.

—¡¡¡SACAME DE AQUÍ!!!–exclamó Kero sin poder aguantar más y salió de la mochila hecho una bala.

Sakura tapó su rostro con ambas manos. No quería ver a Kero flotar frente a los ojos de la señora Ieran.

—¿Kerberos? ¿O me equivoco?– dijo Ieran luego de reír un poco.

El guardián pestañea mucho y se sienta en la mesa cruzando sus manitos y bajando la cabeza avergonzado.

—Pe-Perdón...–pudo decir arrepentido.

—Jajajaja... Descuida, es muy raro verte en esa forma, luces distinto a tu verdadera apariencia– siguió diciéndole Ieran.

Sakura comenzó a descubrir su rostro y pudo ver a Kero riendo junto con Ieran.

—¡Claro, mi verdadera apariencia es impresionante!– exclamó riendo luego.

Sakura se cayó de su asiento con un gran signo de interrogación en su cabeza.

Kero siguió hablando de su apariencia “impresionante”, la señora Li le seguía el juego y reía con él a cada rato. Sakura sólo bebía su té en silencio, y no probó el pastel de fresa, dándole su porción a Kero.

 

—¡Vamos Shaoran!– decía Fanren junto con Shiefa intentando arrastrar al chico al comedor.

—¡No quiero, no iré!–decía él sujetándose la baranda de la escalera, de la cual se había agarrado cuando comenzaron a perseguirlo.

Meiling, Fuutie y Feimei observaban la situación de lejos. Ellas también habían cooperado en perseguirlo, pero ya creían imposible sacarlo de allí.

—No importa... tendrá que ir a la cena– dijo Meiling sonriendo maliciosamente.

Fuutie y Feimei afirmaron decididas. Todas estaban dispuestas a ayudar para que a su hermano pudiese por fin conocer a una chica. Además, no era una chica como todas, era preciosa, con una aura mágica especial, muy sonriente, y sobretodo se veía gentil.

Si Shaoran no se decidía, tendrían que obligarle. ¡No podía perderse esta oportunidad!

Fanren y Shiefa se acercaron al trío, mientras los pasos rápidos de Shaoran subían las escaleras, para seguramente, encerrarse hasta que su madre lo llamara.

—Lo intentamos– lamentaron las cinco con hondos suspiros quejumbrosos.

Y juntas, se dirigieron al comedor.

 

Un peluche con alas que volaba hablaba con su madre, y sorprendentemente ésta, reía sin parar.

—¿Mi madre...?–comenzó diciendo Shiefa con ojos muy abiertos.

—¿Está...?–balbuceó Fanren con la boca abierta.

—¿Sonriendo?– cuestionó Fuutie.

—No puede ser...–susurró Feimei abriendo sus ojos.

Meiling también estaba muy callada y sorprendida.

La señora Li reía junto con un peluche de trapo amarillo. ¡Ella que siempre se mostraba seria y fría en todos lados! Nunca había reído de esa manera, lo máximo que podía asombrarle era una sonrisa, de esas escasas que daba, al igual que Shaoran.

Sakura por otro lado miraba a ambos con una gotita. No había podido explicarle nada a Ieran porque ésta no había pardo de carcajear con Kero. Estaba apenada y no sabía como salir de eso, las criadas ya habían retirado todo y ella había deseado retirarse también, pero podía ser una falta de cortesía...

Feimei se acercó a la mesa y se sentó sin dejar de mirar a su madre y al peluche que hacía muecas a su lado. Fanren, Fuutie y Shiefa, también se acercaron, todas sentándose en sus respectivos puestos que usaban para el desayuno o la cena.

Meiling se mantuvo de pie, detrás de Sakura. Notaba a la niña incómoda ante la situación.

—¿Señora... Señora Li?–la llamó Meiling.

Nunca se había atrevido a llamarle “tía” y su madre le había pedido que no lo hiciera. Había que guardar respeto y distancia ante la Jefa del Clan Li.

—¿Qué... Qué pasa?– pudo decir Ieran entre sus carcajadas.

—Eh... Creo que sería buena idea llevar a la señorita Kinomoto a su recamara– dijo Meiling sonriendo.

Ieran secó las lagrimas que habían salido de sus ojos y respirando hondamente dijo:

—Claro, y cualquier cosa que necesites puedes pedírmelo personalmente o a uno de los criados

Sakura afirmó tímidamente con su cabeza y contempló a Kero.

—Deja que Kerberos me haga compañía un rato ¿de acuerdo?–le pidió a lo que Sakura accedió de inmediato.

Meiling sonrió y caminó junto con la niña a la salida del comedor.

—Ay... Espero que la señora Ieran no se moleste con Kero, a veces es difícil– murmuró Sakura a lo que Meiling sonrió.

—¿Kero?

Sakura sonrió también.

—Es mi guardián... Es un ser mágico...–dijo la muchacha japonesa.

Meiling sólo pronunció un “Ya veo” y siguieron caminando. No tenía interés en que le explicara como funcionaba ese ser mágico, y era porque la magia no era su tema preferido. Vivía rodeada de familiares con poderes o dones “poco comunes” y el que ella no los tuviera le hacía sentir mal.

Fue por esa razón que no quiso seguir ahondando en el origen de ese ser mágico llamado “Kero”.

—¿De dónde vienes?–le pregunta con su sonrisa de siempre.

—De Japón–respondió Sakura, recordando a su padre y a su hermano.

Meiling guardó silencio. Pensativa, caminó con Sakura hasta las escaleras.

Aquella muchacha le simpatizaba. Se veía un poco “despistada” pero agradable. No quería parecer inoportuna en ese momento, pero una pregunta estaba pendiente y si no le preguntaba ahora, tal vez no podría atreverse luego.

—¿A qué viniste?– le preguntó con interés y una sonrisita pícara.

Sakura se puso una mano en la cabeza y río con vergüenza. Siempre le avergonzaba hablar sobre “sus poderes mágicos”.

—Bueno, la señora Li me invitó porque quería conocer más de mi magia–respondió ella sonriendo un poco apenada.

Meiling alzó una ceja confundida. Se suponía que Sakura venía de invitada para cenar con Shaoran, ya que a su tía no había invitado a alguien para hablar de poderes mágicos hacía años.

La ultima persona que la había visitado había sido un niño. No recordaba su nombre, pero creía haber tenido aproximadamente nueve o diez años. El muchacho había venido en compañía de su madre y hablaron con Ieran horas y horas. Shaoran y ella no habían podido verlo y nunca se habló más de él en la casa... Al menos en su presencia.

¿Y por qué el interés en los poderes de esa niña? Tal vez quería medir su nivel de magia, como lo había hecho con la última candidata de su primo.

Ese día, Fanren había traído una invitada, que decía provenía de un importante Clan de Shangai. Cenaron, y obviamente fue presentada a su primo, quien como siempre se mantuvo distante y frío en la conversación que había en la mesa.

 Nadie había notado que Ieran tenía ciertas “sospechas” hacia la joven Kazuo. Fue por eso que le pidió que le mostrara la magia que poseía. Meiling recordó el rostro de temor en la jovencita y las expresiones confundidas de sus primas.

Ieran había llamado a Wei, y éste guío a Kazuo al jardín donde Shaoran solía entrenar.

—“Espero que no quiera hacer lo mismo con Sakura... Se ve despistada y podría costarle caro en una batalla”–pensaba Meiling, en tanto Sakura la miraba preocupada sin saber si su confesión de que tenía magia había sorprendió a la niña china.

—¿Tú también posees poderes?–pregunta ingenuamente Sakura.

Meiling abre un poco los ojos. La pregunta no le ha extrañado, pero sí la a hecho recordar.

Aprehende sus puños con algo de rabia y casi entre dientes logra decir:

—Nunca los he tenido...

Sakura se percató que la pregunta no había sido muy bien recibida por su interlocutora.

—Perdon... No quería molestarte...–susurró arrepentida.

Meiling alzó de pronto su cabeza con una gran sonrisa.

—Jajaja... Descuida–dijo fingiendo despreocupación— Subiendo estas escaleras está tu recamara. No te olvides que debes despertar cerca de las nueve o diez de la mañana que es hora donde la señora Ieran desayuna con sus hijos, y la cena será a las 08:00 en punto–decía Meiling mientras subían los infinitos escalones— Yo misma te llevaré la ropa que tendrás que usar, y en la cena intenta no hablarle a Shaoran, no le agradan mucho las visitas, pero te aseguro que le simpatizarás, solo necesita tiempo.

Sakura afirmaba con su cabeza todo lo que Meiling decía. Tenía una pequeña gotita en su cabeza, la niña china no paraba de hablar.

—Siempre es así con la gente así que tú no te preocupes... Es muy distinto a sus hermanas, ya conociste como son ellas, son muy alegres y risueñas, es por eso que dicen que Shaoran se parece mucho a su madre... aunque ahora que vi a la señora Ieran reir de esa manera me asaltan dudas–continuó diciendo Meiling con una sonrisa.

—¿Y su padre?–preguntó Sakura.

Meiling se detuvo en el último escalón y miró a la japonesa.

—La de allí es tu recamara.. Vendré luego a dejarte tu vestido–y se despidió haciéndole señas con la mano.

La niña sólo pudo suspirar y apretó su mochila fuertemente a su regazo. Se sentía extraña ante todo ese ambiente y las explicaciones que Meiling le había dado ya se le estaban olvidando.

—“Veamos... Desayuno a las ocho.. No... Cena a las diez y a las nueve...¡Hooe se me olvidó!”–pensó golpeándose su frente con la mano.

Caminó hacia la puerta y la abrió. Esta emitió un crujido y dejó ver ante sus hermosos ojos verdes una cálida habitación de color rosa pastel. En la paredes, tenía pequeñas lámparas, un velador y una mesita junto con un cómodo sillón. Las cortinas eran de un tono blanco invierno, en ese momento estaban abiertas dejando ver una linda vista hacia al jardín de la mansión. Su cama tenía mantas de color rosa, y las almohadas bordados de flores.

—¡Es precioso!–exclamó fascinada y corrió a recostarse en la cama. Dio unos cuantos rebotes mientras no dejaba de reír.

—Oh... Es cierto, ¿dónde estará mi maleta?–se dijo recorriendo con su vista la habitación.

En la pequeña mesita-donde también había un florero con bellos tulipanes- se encontraba su equipaje.

Comenzó a desempacar sus cosas y las orden en los cajones de cómoda. No obstante había algo... algo extraño que le agobiaba y aún mas, al no saber bien lo que era.

 

                                     * * * * * *

 

Shaoran se había encerrado notablemente furioso. ¿Hasta cuando iban a arreglar su vida? Simplemente no quería comprometerse y mucho menos casarse. Se creía demasiado joven, aunque la edad promedio para un compromiso era los quince... y él ya estaba listo...

—“¿Cómo pueden decir esa tontería? ... Nunca me comprometeré con esa niña, con ninguna...–pensaba con su ceño fruncido—“Sólo Sachiko habría podido... ¡Rayos! No puedo pensar en eso... Soy un idiota...”

El atardecer había comenzado a caer en una suave cortina anaranjada sobre el cielo.

Las aves comenzaban a callar, y una suave brisa helada comenzaba a hondear el ambiente.

—Odio el frío –masculló enfadado cerrando la ventana de su habitación.

Se recostó en la cama y depositó su cabeza en una almohada.

La imagen de esa misteriosa niña volvió a su cabeza. ¿Quién era? ¿Qué clases de poderes tenía? ¿Provendría de algún Clan? Pero de qué Clan, si nunca se había oído un clan del apellido Kinomoto.

—Sakura... Sakura Kinomoto...–no sabía por qué, pero la había visto antes. No podía recordar dónde, pero su aura... su rostro y sus ojos le eran familiar.

Por más que intentaba recordarlo no podía.

¿Dónde pudo haberla conocido? En algunas de las visitas que hacían los jefes de los clanes de otros países, o tal vez en la primaria.. o alguna vez en la calle. Imposible, él casi nunca podía recordar los rostros con claridad, sin embargo éste parecía estar grabado en su memoria desde mucho antes.

—Rayos... No puedo recordar...– murmuró golpeando la muralla con su cabeza.

Fanren había subido en cuanto Meiling y Sakura se habían retirado. Sabía que era la única que podría comunicarle a Shaoran lo que su madre le había pedido.

Al sentir los golpes, Shaoran se rehusó a abrir. Era de esperarse que venían a buscarlo para que fuera a hablar con “la invitada”. Pero no, ya era suficiente de conocer chicas, ninguna podría hacerle olvidar a Sachiko, y mucho menos ganarse su corazón.

—Shaoran por favor abre–le decía Fanren tras la puerta.

Él baja la cabeza y desliza su frente por el cristal del vidrio. Los golpes de Fanren continúan, pero Li hace todo lo posible por no ceder.

—Shaoran... Ay, eres un cabeza dura– dice Fanren ya cansada y marchándose.

Li exhala profundamente y se recuesta en su cama. Supone que estará ahí hasta que su madre venga a buscarlo en persona, ya que era lo que siempre ocurría.

 

                                     * * * * * * *

 

—¡Ya llegué!– dice el joven cerrando tras de sí la puerta.

Se pone sus pantuflas y deja su chaqueta en el perchero. Luego mira por todos lados de la casa.  Finalmente se asoma a la cocina, y descubre la pequeña figura de su hermana cocinando.

—¿Te tocaba a ti hacer la cena, monstruo?– le pregunta con su burla acostumbrada.

Espejo baja la vista a la olla que sujeta en sus manos y afirma sin dejar de revolver el contenido.

Touya alza una ceja sorprendido. ¿Qué sucedía con el golpe tradicional? ¿O la defensiva de su hermana diciendo: ¡No soy monstruo!?

—¿Estás bien monstruo?– pregunta acercándose a la niña.

Espejo está nerviosa. Siempre que siente la presencia de ese muchacho comienza a temblar. N puede controlar el temblor en sus manos y el sonrojo de sus mejillas.

—Estoy bien, no me pasa nada–dice dirigiéndose al refrigerador.

Kinomoto sigue observando con desconfianza a la niña, hasta que ésta levanta la vista y se encuentras con los ojos de él.

—¿Qué... Qué pasa?– pregunta sintiendo sus mejillas encenderse nuevamente.

Touya cierra sus ojos mientras lanza un largo suspiro.

—Otras vez... ¿Dónde está Sakura?– pregunta ahora con un gesto de enfado.

—Bueno... ella... no, no puedo... no puedo decirlo...–susurró Espejo en voz baja.

El hermano de Sakura se dirige al mueble donde Espejo ha dejado la olla. Ve un extraño contenido verde y algunos trozos de papa picada a lo que una sonrisa escapa de sus labios.

—¿Tratabas de hacer la cena?

Espejo alzó su vista y afirmó mucho tiempo con la cabeza.

—Será mejor que te ayude...–dijo él sonriendo y arremangándose las mangas de su chaleco tomó otra olla y comenzó a juntar los ingredientes.

“Ya son dos los que me han descubierto” pensó Espejo sonriendo al ver a Touya cocinando concentradamente.

 

                                     * * * * * *

 

Meiling y las hermanas Li se encuentras en la sala. Todas están aburridas y miran con expectativa el reloj que está en la pared.

Feimei se ha puesto a leer una revista en voz alta y Fuutie la escucha con atención. Shiefa se pinta las uñas con toda clama. Fanren en cambio, no ha dejado su expresión malhumorada desde que bajó las escaleras y Meiling ha estado pensativa todo el rato.

Su madre a pedido a Kerberos que la acompañase a su despacho y pidió silencio para hablar tranquilamente con el peluche amarillo.

—Ahhg, ya estoy aburrida de esperar tanto...–dijo Meiling golpeando el sillón donde estaba sentada.

Feimei detiene su lectura y sonriéndole a su prima dice:

—¡Yo estoy impaciente de ver a Sakura con el hermoso vestido que mamá le ha preparado para esta noche!

Fuutie la apoya con una sonrisa y Meiling también asiente, pero con seriedad.

—Fanren ¿por qué no vas a ver si nuestro hermanito se anima a bajar?

Las palabras de Shiefa han hecho fruncir aún más a la aludida.  Miró con ojos atacantes a su hermana y con sarcasmo pegunta:

—¿Y por qué no vas tú? Pensé que se creían las hermanas favoritas de Shaoran...

Todas bajan la mirada a las cosas que están haciendo y fingen concentración en su labor.

Meiling no ha quitado la vista del rostro de Fanren.

—Todas estamos igual de nerviosas que tú Fanren... Pienso que Sakura es una buena chica y si está aprobada por la señora Ieran, es la candidata perfecta– manifestó la chica con una sonrisa.

Shiefa cerró su esmalte y contempló sus uñas de color melón.

—Eso es lo más extraño... Mi madre había dicho que Shaoran sólo podría comprometerse si el Clan lo dictamina necesario, y si eso ocurre es porque es elegido para ser Jefe del Clan– tras las palabras de Shiefa, las mujeres asumieron un lapso silencioso.

—Tal vez fue esa la llamada que recibió, recuerden que estaba muy nerviosa y cuando le  pedimos si podíamos invitar a alguien aceptó de inmediato– se atrevió a asegurar Fuutie.

Fanren comenzó a golpetear con sus dedos el sillón. Todo lo que habían dicho era correcto y podía ser perfectamente lo que su madre pensaba.

 

El sonido de la puerta del despacho se abrió y Kerberos salió flotando hacia las escaleras.

—Que cara lleva el peluche...–murmuró Meiling.

Ieran salió después con su expresión grave de siempre. Llevaba un paquete en sus manos y en cuanto llegó a la sala se lo entregó a Meiling, quien entendió lo que tenía que hacer.

 

                                     * * * * * *

 

El rostro de Yukito era tan alegre, tan encantador, tan tierno. Aquella expresión amigable estaba retratada perfectamente en esa fotografía. Esa era la expresión que Sakura quería ver siempre.

Su rostro se había vuelto afligido al encontrar ese portarretratos en la maleta. Ni recordaba cuando lo había guardado en ese lugar, pero se alegraba de ello, así podía contemplar a ese joven cuantas veces quisiera.

—Sakura– dijo la voz de Kero en la habitación.

La niña alzó su vista y contempló a su guardián.

—¿Cómo entraste, la puerta estaba cerrada?–luego miró con más atención la redonda carita de Kero— ¿Qué pasa, por que tienes esa cara?

El guardián abre su diminuta boca, pero no es capaz de decir nada.

—Nada... olvídalo– susurró con una sonrisa.

Unos suaves golpeteos se oyeron. Sakura dijo que pasara y la cara de Meiling se asomó por un recoveco.

—¡Hola Sakura!–le saludó con una gran sonrisa.

Sakura le invitó a pasar y Meiling se sentó en el sillón, con su paquete entre los brazos.

—Qué bueno que viniste, se me olvidaba a que hora era el desayu...

—¡Te traje tu atuendo para esta noche!– chilló la niña mostrándole el paquete.

Sakura olvidó la pregunta que tenía en mente y pregunta.

—¿Atuendo? ¿A qué te refieres?

—¡Hoy deberás lucir como una de nosotras y con ropa adecuada!

A la niña de ojos verdes le resbala una gotita por la nuca.

—Pero... yo tengo mi propia ropa.. no quiero molestar– dice ella agitando sus brazos apenada.

Meiling ríe ante la reacción de la japonesa.

—Ay no seas tímida, para la señora Ieran no es problema, ella estará encantada si te ve bajar con el traje que está especialmente diseñado para ti– le tranquiliza Meiling.

—¿Diseñado para mí?– repite confundida Sakura.

Aquello le ha recordado a Tomoyo. ¡Había olvidado por completo avisarle de su ausencia!

—“Tendré que llamarla, o escribirle...”–pensó un poco angustiada.

—Vamos Sakura... ¿qué dices?–insistió la niña de cabello negro estirándole el paquete.

Sakura tomó el “obsequio” y sonrió contemplándolo.

—Ahora ábrelo, ¡estoy ansiosa de verlo!– exclama alborotada.

La maestra de las cartas comienza a abrir el paquete y ante sus ojos despliega un hermoso traje de dos piezas. Muy parecido al que Meiling lleva ahora, pero es color azulado con decorados burdeos y junto con él, van dos adornos para el cabello del mismo tono azulino.

—¡Está divino!– dice Meiling dando un brinco. —¡Es elegantísimo, sólo míralo!

Sakura tomó el adorno floral para el cabello y olió el aroma de las flores.

—Son de verdad– se dijo a sí misma sonriendo.

—Aún son las seis... Pasaré a verte antes de las ocho, tienes que estar lista ¿de acuerdo?

—De acuerdo– le responde Sakura.

Meiling guiña un ojo y sonríe, luego sale de la habitación.

 

Kero continuaba sentado en la mesita cercana a la cama y no fingió ser un peluche cuando la niña china se apareció. En aquélla casa no tenía que preocuparse en esconderse  o simular un peluche, allí todos sabían acerca de magia, aunque los criados no estaban profundizados en el tema.

Pero en ese instante no le alegraba eso en lo más mínimo, al contrario, estaba enfurecido. Había creído que estar en la casa de Ieran Li podría ayudarle mucho a su dueña, pero luego de lo que había oído era mejor olvidarse de ello.

¿Podía ser que Ieran le propusiera algo tan indigno? ¿Podía ser que era una mujer tan manipuladora, y ahora se creía dueña de la vida de Sakura?

—Tarara... Tarara... –Sakura tarareaba la canción que su amiga Tomoyo le había enseñado hace unos años.

No quería que Sakura sufriera... pero la idea de que se comprometiera con el joven Li, daba muchas expectativas de que fuera reconocida. ¡Era una hechicera poderosa, igualito que ese muchacho chino!

—“Un falso compromiso... que sólo durará el tiempo en que estemos aquí. Sakura no aceptaría... Bueno, si le mintiera acerca de que no está arreglado quizás sí... Pero no creo que le interese estar con ese mocoso malas pulgas”–pensaba mirando como ella se miraba al espejo con los adornos en su cabeza.

Las palabras de Ieran vinieron a su mente.

—Si Sakura se compromete con mi hijo el Jefe de la Asamblea estaría satisfecho y no dudaría en permitir a mi hijo estar en esa organización... En cuanto a Sakura, será conocida por todos los magos de esos Clanes, piénsalo, le abriría muchas posibilidades... Sé que quieres lo mejor para tu dueña, y qué mejor que encontrar un hechicero poderoso que la proteja. También es un sueño de ella, se nota en su mirada que necesita amor

—Pero, ese amor que recibirá de su hijo será falso. ¡No quiero que Sakura sufra por culpa de él!–había reclamado Kero.

—Shaoran no llegará a sentir algo por ella... Conozco a mi hijo, sé que Sakura es muy especial, pero Shaoran siente algo por otra persona.

—¿Amor?

—No... Capricho, un ciego capricho que lo tiene dominado.

—¿No ve? Su hijo no se prestará para algo así, usted misma lo está diciendo.

—¡Es que no entiendes! ¡Shaoran obedecerá mis órdenes, y si la señorita Kinomoto quiere reconocimiento, al igual que usted Kerberos, deberán todos seguir mis decisiones!

Kero había quedado en silencio con la cabeza baja.

—Yo no voy a hacer eso...

—Pues entonces lo haremos más sencillo... Le haremos creer que Shaoran de verdad la ama y estarán como “novios” hasta que el anciano llegue–dijo refiriéndose al Jefe de la Asamblea.

—No crea que me quedaré callado.

—Es lo más conveniente... Recuerde que la señorita Sakura tiene algo que debería pertenecernos– dijo Ieran en voz amenazadora.

—¿A qué se refiere?– alegó Kerberos intentando mantener compostura, a pesar de su miedo.

—A las Cartas Clow...

 

Sakura miraba por el espejo a su guardián.

—¿Kero, qué pasa? Estás muy callado. –dice Sakura sonriéndole.

Kero comienza a reaccionar.

—Jejeje... Nada, es sólo el... ¡Clima! En Hong Kong hace mucho calor ¿no crees? Jejeje–intenta convencerla Kero con su risa.

Sakura también comenzó a reír, pero no falsamente como su guardián.

—Bueno, sólo puedes estar a la sombra– comenta sonriendo su dueña.

Kero intenta sonreír, pero opta por ocultarse. Tiene mucho que pensar... Sobretodo en lo que tenía que hacer... Todo estaba en sus manos.

 

 

                            * * * * * *

 

La mirada fría del joven contempla su alrededor. Pronto deja escapar un largo bostezo.

—Por culpa de toda esa tropa de viejos locos no he podido ni dormir– dice con una sonrisa burlona y atraviesa la calle hasta llegar a un flamante automóvil azul.

Saca el seguro y sube, haciéndolo partir de prisa. Enciende la radio y sube el volumen al máximo.

Sus cabellos dorados se agitan con el viento. Aumenta la velocidad con deseo de sentir aún más adrenalina que pueda frenar su furia y todo ese odio que lo ciega.

“La tropa de viejos” lo tenía harto. Rogaba las horas para que esa reunión terminara. La noche anterior había salido a bailar a una discoteca, y se encontraba exhausto. Y para colmo, su “señora” le había conseguido alojo en un hotel de tres estrellas. Él que se merecía el más lujoso de la ciudad, qué descaro.

—Algún día me las pagará “señora” Li– dijo con voz socarrona.

Siguió concentrado en la pista y con el ruido de la música  de lleno en sus oídos.

Detuvo su automóvil, y se bajó frente a un hotel.

—Sé  que lo hizo a propósito– murmuró Akihiro saliendo del vehículo con expresión malhumorada.

 

Subió hasta su habitación y tomó el teléfono.

—¿Hola?– dice una voz ronca del otro lado.

—Hola Yamashita, llamaba para decirte que mañana estaré en Hong Kong, y no olvides organizarme una buena bienvenida– dice Akihiro sonriendo.

—Claro, ¿sabes? Te ha estado buscando la chica que conocimos en la fiesta de la secundaria, en Corea–dijo su amigo.

—Ah sí... La recuerdo... Una chinita de cabello negro y ojos azules ¿o no?

—Sí, la señorita Kuroda

Akihiro suelta una carcajada y juguetea con las llaves de su auto.

—Esa niña está loquita por mí–murmura luego.

—Entonces la invitaré a la fiesta, porque anda visitando a su familia

—Perfecto... Nos veremos mañana–se despide el joven.

 

Al colgar el teléfono se recuesta en el sofá, aún jugando con las llaves.

—Está loquita por mí–vuelve a murmurar sonriendo con sarcasmo.

Hacía un par de semanas había viajado a Corea a buscar un mensaje de uno de los Clanes del país. Justo había coincidido con el viaje que su amigo Yamashita había realizado y ambos habían salido esa noche a bailar a algún lugar. Pero parecía no haber ninguna discoteca o algo similar en la ciudad y lo primero que encontraron fue una fiesta de una secundaria. Se resignaron y estuvieron allí, haciéndose pasar por alumnos y conociendo a cuanta chica se les cruzara. En eso, Sachiko Kuroda había pedido bailar con Akihiro. Éste, como si fuera un caballero de toda la vida, aceptó y fue como conoció a esa bella jovencita.

Provenía de Hong Kong, pero se había mudado sola a esta ciudad, porque iba a estar a cargo de su abuela.

—Me divertiré mucho en mi regreso... Sobretodo al ver la cara de desesperación de la señora Li cuando llegue el Jefe de la Asamblea... Jajaja... Y vea a su hijo sin prometida... Jajajaja...–siguió riendo locamente.

 

 

                                     * * * * * *

 

Unos pasos fuertes bajaban las escaleras. Cualquiera que se hubiese tropezado en el camino del joven sufriría graves consecuencias.

Las jóvenes al sentirlo, sólo pudieron sentir escalofríos y apartarse de su camino.

Él atravesó la sala y se detuvo en una amplia puerta, que se abrió pocos segundos después que la tocara.

—Pensé que sería más difícil sacarte de la habitación– le dijo la mujer con su rostro serio.

Shaoran sólo se mantuvo callado y no aceptó cuando su madre le ofreció tomar asiento frente a ella.

—Bueno... tenemos muchas cosas de que hablar y esta vez, será sin rodeos– Shaoran sintió con la cabeza y Ieran prosiguió— Quiero que te comprometas con la señorita Sakura.

Li se sobresaltó y quedó en silencio unos minutos ante la mirada de su madre.

Las palabras  no le salían de los labios, pero por su cabeza daban vueltas millones de preguntas.

—¿Qué?... No puedo...–pudo balbucear confundido.

No tenía idea qué quería decir su madre, pero veía su semblante serio así que no era una broma, ni una petición... Era una orden.

—Esto es algo muy simple hijo... El Jefe de la Asamblea vendrá a nuestra casa y quiere conocer a tu prometida– declaró su madre en tono confidencial— Sabes muy bien que en el Clan aún no están seguros que serás  mi sucesor, pero si tienes el apoyo de esa junta todo será fácil.

—¡No! ¡No quiero comprometerme!– exclamó él sin pensarlo.

—No es necesario que esto sea serio... Puede ser–Ieran volvió los ojos a la ventana— Puede ser un compromiso postizo... Sakura puede ser tu “novia temporal” por esta semana.

 

¿Qué? ¿Una farsa? ¿Toda una farsa?... Pero, no... Él no se sentía capaz de algo así...  Ni siquiera con esa niña que acababa de conocer. No se creía capa de engañar al Jefe de la Asamblea, tenía miedo de que pudiesen descubrirlo...

—Kerberos ya sabe de esto... Si es lo suficientemente valiente se lo dirá a la señorita Kinomoto... Yo sé que tu quieres lo mejor para ti, para tu madre y para toda la reputación del Clan– finalizó su madre, retirándose luego y dejando a un pensativo muchacho sumido en su mundo de divagaciones.

 

Todo había sido tan rápido que Li intenta asimilar todo ahora. Se dejó caer en el asiento que su madre había estado utilizando y cubrió su rostro con las manos.

No se creía capaz... No sabía si le faltaban agallas, o tenía un temor a las mujeres desde que Sachiko lo había rechazado.

Pero y si Kinomoto lo sabía también, podían arreglarlo para que pudiese parecer todo verdadero evitando el contacto. No sería capaz de entrar con ella al salón del brazo o de la mano, o mucho menos tener que comportarse cariñoso con ella delante de los demás.

Sin pensarlo sus mejillas se tiñeron rojas.

¡Era imposible, era demasiado tímido para eso!

 

Salió del lugar y se topó con sus hermanas, quienes parecían haberle esperado todo ese rato.

—Shaoran, planché especialmente tu traje para esta noche– le comunicó Shiefa con una sonrisa.

—Yo estuve lustrando tus zapatos– dijo Fuutie estirándole los zapatos, los cuales dejó sobre el traje que Shiefa le había dado.

—Te compré un perfume especial para que uses esta noche, galán– le dice Feimei con una mirada pícara, pero el rostro de su hermano no cambiaba su expresión preocupada.

Alzó su vista y vio un ramo de hermosas flores ante sus narices.

—Supongo que sabes para quién es– le dijo Fanren, con acento un poco duro, ya que seguía dolida por el trato de su hermanito preferido.

Él tomó todas las cosas y subió las escaleras. Ni siquiera había reclamado o dado las gracias, estaba tan extraño...

 

                            * * * * * *

 

—Todo esto es necesario Shaoran... Por el bien de todos...–murmuró Ieran caminando por el jardín con un libro en sus manos.

No era sencillo para ella. Quizás Kerberos y su mismo hijo la consideraban una manipuladora, una mala madre, una pésima persona... Pero su única excusa, que llegaba a sonar estúpida hasta para ella, era el Clan.

Ella había asumido el cargo desde que su marido había fallecido. Al principio fue una tarea dura. No podía asumir su cargo tranquilamente porque todos la cuestionaban, nadie quería hacerse regir por una mujer. Había sido por esa razón, que buscó seguir adelante. Demostró con sus conjuros y habilidades, que era digna de tan importante honor, que era la esposa digna del antiguo Jefe del Clan, y que era la indicada para ser madre del futuro heredero de la dinastía.

Shaoran era el indicado. No por nada lo cuidaba como un tesoro. Aunque no lo pareciera, vivía complaciéndolo para que él, algún día pudiera remunerarle su sacrificio, y ese día había llegado... o estaba pronto a llegar.

Pero confiaba. Tenía fe en que su hijo no la defraudaría. Él nunca diría que no, sabía que aceptaría aunque le costara.

 

Notas: ^__^ tuve k terminar este capítulo lo antes posible, antes de Sofia me matara ¬.¬ Me gustaría verla a ella escribiendo como loca ^^U es broma amiga, lo hago con gusto!

Oh, este cap. Se lo dedico a Sofía (era obvio, si eres la k me presiona para k siga), a Carla k tuvo el favor de comentarme y a Melissa, k amablemente me escribieron ^^ Muchas gachas!

Comentarios o sugerencias a: gabri_saku@hotmail.com

 

 

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