Varios
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¿Sakura
en Hong Kong?
La
chica ya ha llegado su casa, Touya ya no está.
Sakura
respira e intenta recuperarse de las carreras que ha hecho.
—Mi
hermano ya se fue a trabajar... Será mejor que intente animarme,
¡a Yukito no le hubiera gustado verme así!– dice entrando a la
cocina para prepararse algo de desayunar.
Pero
su desayuno estaba en la mesa. Su hermano lo había calentado para
que Sakura llegase a servírselo.
—Muchas
gracias hermano– murmuró la niña sentándose a comer.
Kero
apareció en la cocina con un sobre en sus manos.
—¡Sakura
tu correspondencia!– exclamó agitando muy contento el sobre que
traía en sus manitas.
La
muchacha no pregunto nada y siguió comiendo, mirando el remitente
de la carta.
—Mmh..
Yo no conozco a ninguna señora Li– dijo leyendo con confusión—
¿Y por qué la carta está abierta?
—Je
je je, es que yo la abrí para saber qué te había escrito–
dijo Kero agitando sus bracitos con emoción— ¡Es del Clan de
Li! ¡El Clan más poderoso de toda China!
Sakura
no comprendía lo que Kero intentaba decirle. Sólo miró el
remitente otra vez y retiró la carta del sobre.
—Señorita
Kinomoto... –luego Sakura siguió leyendo mientras Kero se
sentaba en la mesa con una gran sonrisa.
Al
terminar de leer, parecía más confundida.
—¿Me
están invitando a su casa?– se preguntó— No entiendo para qué
quieren conocerme
Kero
aumentó su sonrisa y acercó su redonda cara a la de su dueña.
Esperaba hace mucho esa pregunta.
—¡¡Quiere
decir que se interesan en conocer tu magia!!– chilló el
animalillo muy contento.
—¿Mi
magia? ¿Para qué, si tu dices si son los más poderosos de
China?
—Es
que están interesados en tus habilidades... Escucha Sakura, ésta
es tu oportunidad para demostrar que ya dejaste de ser una
hechicera inexperta. La familia Li, son descendientes del mago
Clow, es muy obvio que se interesen en la persona que capturó sus
cartas– le explica su guardián.
Ella
pestañea muchas veces.
—Pero
no puedo viajar a Hong Kong... ¡Es lejos, y no tengo
dinero!–dice ella sonriendo con diversión.
—Sólo
necesitas esto...– dice Kero abriendo nuevamente el sobre y
sacando de él un pasaje de avión.
Sakura
abre los ojos muy sorprendida y exclama al borde de las lagrimas.
—¡¡¡Increíble!!!
¡¡¡Son tan poderosos que pudieron hacer aparecer un pasaje en
el sobre!!!
Kero
se cae de espaldas ante la reacción de su dueña.
—¡Estaba
de mucho antes! ¡No te diste cuenta porque eres una
despistada!– le reprocha dándole un pequeño golpe en su
cabeza.
La
muchacha se toca su cabeza con ambas mano, mirando con enojo al
guardián.
—Aún
así no iré, papá nunca me daría permiso para ir a un país
desconocido y sobretodo sola– le dice ella segura de que ese
fundamento era más que suficiente.
—No
irás sola, vas a ir conmigo– replica Kero cruzándose de
brazos.
Sakura
ríe y luego bebe un poco de jugo.
—Es
lo mismo... papá no sabe que existes Kero– y le da un cariñoso
golpe en la cabeza con los nudillos.
Kerberos
se para de la mesa y comienza a pasearse pensativo. Sakura ha
tomado su plato para lavarlo, aún sonriendo por lo que Kero
acababa de decir.
Hong
Kong... le sonaba desconocido. Nunca había ido hacia allá, nunca
había salido del país.
“¿Y
por qué quieren conocerme ahora? Terminé de capturar y
transformar las cartas hace un año”– se preguntaba.
—Ya
está decidido– interrumpió Kero el silencio.
Sakura
ha vuelto a sonreír.
¿Qué otra locura dirá ahora su guardián?
—Le
diré a tu padre quién soy–dijo sonriendo astutamente y luego
carcajeando con alegría.
Sakura
se cae de espaldas y con una gran vena en su frente profiere:
—¿¡Estás
loco?! ¡Papá no sabe de ti y no puede saberlo!
—También
le diré los motivos del viaje... –murmuró Kero ignorando de
lleno a Sakura— Jajaja, y seguro que con mi poder de
convencimiento todo saldrá bien... jajaja.
Kero
había vuelto a carcajear y Sakura tenía una gota en su cabeza.
Pensaba
en que ya no estaba tan cuerdo. ¿Iba a decirle la verdad a su papá
luego que estuvieron ocultándolo por tanto tiempo?
¡¡Era una locura!!
Sakura
intentó dejar pasar lo que Kero decía.
Estaba
segura que no se atrevería a decírselo a su padre.
Dejó
que fuera a jugar a la consola de videos y ella comenzó a asear
la casa.
—¡¡¡Ya
sé!!!– gritó Kero apareciendo de pronto.
Sakura
dio un salto y pegó un gran grito soltando la aspiradora
—¡Kero
no me asustes así!– le reprocha al guardián, quien está muy
sonriente.
¿Otra
idea en mente tendría? Conociéndolo sí... y una disparatada,
como la anterior.
—Hay
otra manera de que viajemos, sin que tu padre se de cuenta– dijo
Kero.
Sakura
suspiró y volvió a tomar la aspiradora, justo en el momento en
que Kero iba a hablar.
El
fuerte y molesto sonido apagó de lleno la graciosa voz del muñeco.
—¡¡¡Apaga
esa cosa!!!– le gritó a Sakura en el oído, pero la muchacha se
alejaba sin hacer caso.
Sakura
sonrió al ver que a Kero le salían humo por las orejas de la
rabia, así que pensó que estaba vencido.
El
ruido de aspiradora se apagó de pronto.
—¡¡Kero!!
¿Por qué la desenchufaste?– dice mirando con enojo al
peluchito que menea el enchufe de una lado a otro.
—Tendrás
que escucharme...– le decía sonriendo astutamente— Ahora, te
quedarás quieta y... ¡¡¡ESCUCHARAS DE UNA BUENA VEZ MI
PLAN!!!– gritó con todo el aire de sus pulmoncitos.
Sakura
se sentó obedientemente y espero que Kero recuperara la respiración
normal.
—Bueno...
Estuve pensando que no es necesario que le digamos a tu padre que
irás de viaje... Podemos salir a escondidas– comenzó diciendo
Kero, bajo la mirada incrédula y enfurecida de su dueña.
—¡Yo
no le ocultaré nada a mi papá!– reclamó ella de inmediato—
Además, él notaría mi ausencia... Es obvio.
Kerberos
meneó su cabeza y dijo:
—¿Y
para qué tienes a Espejo?– le pregunta.
Ella
comienza a pensar. La carta Espejo siempre le ayudaba a
suplantarla, ya que podía tomar la forma de cualquier ser... Pero
no. No quería ir a Hong Kong, y no sabía cómo hacer entender
eso a su testarudo guardián.
—¿Ves
que tengo razón? Sólo serán unos días en que estemos fuera–
dice Kero con una sonrisa.
Sakura
vuelve a negar con la cabeza.
—¡No
quiero ir! ¡Hong Kong es muy grande, podríamos pedernos!–
exclama alborotada.
—Ay
que porfiada... La señora Li te dijo en la carta que ella misma
mandaría a un empleado a buscarte al aeropuerto– dice Kero.
—¿Y
si no es cierto?– pregunta con mirada preocupada.
Kerberos
se tocó la cabeza con cansancio. Ya no sabía cómo convencer a
su ama de que el viaje era necesario. No tan sólo para ella, sino
para él.
—Sakura,
siempre he querido conocer a los miembros del Clan Li– dice Kero
sobre actuando una cara de tristeza. —Desde que Clow nos habló
de sus poderes tenía ganas de algún día llegar a conocerlos...
La
muchacha contempló a Kero preocupada. Nunca había visto a su
guardián tan triste (a excepción de la vez en que le prohibió
comer pastel porque estaba a dieta) pero esta vez le sorprendía
que la comida no estuviera de por medio.
Kero
empezó a llorar, falsamente, y Sakura se puso aún más nerviosa.
¿Iba a ceder a su proposición?
—Kero...
Calma...–le dijo sin saber qué más decir.
El
guardián le dio la espalda, mientras seguía fingiendo su llanto.
—Kero–
volvió a llamarlo Sakura ahora con mucha más preocupación.
—¡Buaah,
aléjate... Eres una mala dueña! ¡No me dejas cumplir mi gran
sueño!– exclamó el pequeño pataleando en la mesa.
—¿Tu
sueño? ¿Te refieres a conocer el planeta de los dulces?–
pregunta Sakura.
A
Kero le surge una gotita.
—¡No!
¡Otro gran sueño!– grita, y luego piensa— “Aunque no sería
mala idea ir al planeta de los dulces”
—Ah...
Conocer al Clan Li– susurra Sakura.
Él
afirma con su cabecita.
Hubo
un instante muy largo de silencio. Sakura intentaba pensar en otra
solución que no implicara viajar hasta Hong Kong, pero era
imposible...
Ella
nunca había estado lejos de su familia, su hermano y su padre, y
tener que abandonarlos por una semana aunque sonara muy breve, era
algo que le costaba demasiado trabajo. Sabiendo que Hong Kong era
un país enorme, y estaría en la casa de unos hechiceros.
¿Y
cómo sería el Clan? Tal vez eran tan poderosos que dominaban
todo el país. O utilizaban magia maligna, aunque no era probable,
porque Clow no había sido de esos.
Kero
siguió con su berrinche. Sakura tomó el plumero y comenzó a
sacudir los sillones.
—¡Qué
mala eres!– le gritó Kero volando escaleras arriba.
Ella
agachó la cabeza y siguió sacudiendo.
Nada
podría ser peor en ese día. Pensó que luego de la noticia de
Yukito, ninguna otra noticia sería peor. Pera ya veía... El
viaje a Hong Kong daba vueltas por su cabeza.
Por
un lado estaba dispuesta a obedecer la pataleta de Kero, pero por
su lado, no quería ir a un lugar extraño. ¿Era miedo lo que
estaba sintiendo? ¿Miedo por lo que podría ocurrir en aquel
lugar extraño?
Fue
hacia la cocina y observó la carta nuevamente. ¿Sería correcto
ir a conocer ese Clan?
—Ay...
No sé que puedo hacer– dijo angustiosamente dejando caer su
cabeza en la mesa.
Unos
ruidos se escucharon por las escaleras y Sakura vio aparecer a una
niña de largos cabellos verdes y una túnica blanca.
—Espejo...–
susurró mirando a la carta, que se dirigía
a ella.
—Ama...
Yo estaré dispuesta a suplantarla en su ausencia– dijo Espejo
con su timidez de siempre.
Sakura
sonrió. Espejo era una de sus cartas más cercanas. No sólo por
el hecho que siempre le reemplazaba en casos de urgencia, sino
porque sabía que tenían un
cariño en común, y ese era Touya.
—¿Crees
que deba ir a Hong Kong?– le pregunta Sakura con su mirada
perdida en algún lugar del piso.
—Debe
hacer lo que le parezca correcto– responde Espejo sonriendo.
Sakura
responde con otra sonrisa y se sume en sus pensamientos.
—Mmh...
Es que estoy muy confundida– se quejó la muchacha dejando caer
en una silla.
Espejo
comenzó a desvanecerse ante sus ojos, susurrando.
—Lo
que le parezca correcto...
Y
volvió a convertirse en una carta.
Sakura
la tuvo un rato en sus manos mirándola fijamente. Siempre le había
llamado la atención los listones verdes que tenía en sus
cabellos, porque estaba segura que cuando era una carta Clow no
estaban ahí.
Se
levantó con firmeza de la silla y subió las escaleras con una
gran sonrisa.
Kero
estaba jugando a la consola, y al sentir los pasos de Sakura la
apagó de inmediato y se recostó en el escritorio.
—¡Kero!–exclamó
la niña muy contenta.
El
muñequito no la miró y siguió recostado, retomando su escena de
berrinche.
—Kero,
tengo una buena noticia– dijo la niña acercándose.
—Vete...
¡Eres mala! Buaaah–Kero comenzó a llorar nuevamente.
Sakura
sonrió tiernamente a su guardián.
—¡Kero,
está decidido! Iremos a Hong Kong a conocer al Clan Li–dijo
Sakura.
El
guardián se para de un salto y comienza a brincar sonriente.
—¡Sí,
gracias! ¡Eres la mejor dueña!–decía volando de un lado a
otro.
Sakura
le sonreía, aunque estaba un poco preocupada, sabía que con su
guardián al lado no habría problemas.
* * * * * *
La
tarde pasó lenta para el muchacho.
Sentado
en el césped del gran jardín, estuvo contemplando desde las
hermosas rosas rojas, hasta los alegres coloridos de los cerezos.
Recordaba
perfectamente cuando era pequeño y su padre lo invitaba a regar
el jardín. O jugaban juntos a las escondidas y muchas veces hacían
piruetas.
En
su rostro apareció una dolorosa sonrisa.
Ese
jardín era algo especial. Traía no sólo recuerdos buenos...
También malos.
—Sachiko...–
murmuró, y luego dio un largo suspiro.
Se
dejó caer en el césped y observó las blancas nubes. Se movían
con tanta lentitud...
¿Por
qué no podía olvidar a esa chica? Después de todo... Ella le
había hecho mucho daño.
Sachiko
Kuroda había sido su compañera de cuarto y quinto grado. Una niña
callada, de cabello negro que frente al sol tomaba reflejos
azules. Sus ojos no podría olvidarlos nunca. Eran de un suave
color azul.
Era
la más hermosa de sus compañeras, y por qué no decirlo, la más
hermosa que hubiese conocido.
El
día que la había visto llegar, parecía una niña muy tímida.
Se sonrojaba al presentarse o cuando alguien quería acercársele.
La
veía tan tímida, tan indefensa, que siempre quiso acercársele.
Ella estuvo sola por muchos meses. No se juntaba con sus amigas, sólo
se iba a la azotea a cantar. Sí. Se sentaba y cantaba muy
suavemente hasta que el receso terminaba.
Había
sido un día nublado. Lo recordaba muy bien. Era invierno, y se
había enterado que uno de sus compañeros se le había declarado.
Ella tenía que responder. No sabía por qué, pero algo le decía
que ella lo aceptaría. No era sólo un presentimiento suyo, también
el de sus compañeras, las había oído comentar que Sachiko le
correspondía.
¡Pero
no! Tenía que oír de sus propios labios carmín esas palabras.
—¡Sachiko!–
la llamó al verla sentada sola, cantando en la azotea.
—Hola
Li ¿se te ofrece algo?–había preguntado ella con una adorable
sonrisa.
Había
sentido sus mejillas tan rojas, que pesó en huir de inmediato,
pero el imaginarla con otro, le hizo recobrar las fuerzas.
—¿
Que sientes por... Manabu?–preguntó con cierto enojo que la
muchacha había notado, porque sus ojos se abrieron con temor.
—Manabu...
Bueno él me dijo que le gustaba...–habían susurrado con su
rostro avergonzado.
Él
había fruncido su ceño. En ese momento sólo estaba conciente
del odio que sentía por Manabu.
—Y
a mí también me gusta– susurró ella al final.
No
supo la expresión de su rostro en ese instante. Pero el rostro
preocupado de Sachiko le hizo entender que comprendía sus
sentimientos.
—Li,
lo siento...–murmuró ella retirándose.
—¡¿Por
qué él?! ¿Acaso es mejor que yo?–le había preguntado con
irritación.
Ella
volteó con una mirada seria. Sus ojos ya no reflejaban esa
timidez y ya no daban compasión. Era una mirada fría e
impasible.
—Claro
que es mejor Li... Tú nunca podrás igualarle, porque él tiene
algo que tú nunca tendrás... Ternura, él me puede dar cariño y
tu no... Eres frío, inexpresivo, un insensible.–y así siguió.
Él
prefirió salir del lugar. Corrió cuanto pudo y se ausentó el
resto de la clase.
Se
había subido a uno de los árboles y allí se había quedado.
Comenzó a sentir frío, pero no bajó hasta la noche.
—¡Rayos!–
exclamó arrancando una de las flores cercanas.
Había
estado todo ese rato recordando y estaba atardeciendo.
—¿Otra
vez los recuerdos?– preguntó una figura gigante que se elevaba
ante él.
—¿Fanren?–
preguntó sentándose.
Su
hermana se agachó a su altura y le sonrió.
—Ya
no sigas atormentándote Shaoran– dijo su hermana.
ÉL
agachó su cabeza.
—No
puedo evitarlo...– susurró con pesar.
—Vamos,
Fuutie te ha llamado hace rato para comer pastel–dijo Fanren
extendiéndole una mano.
Él
sonrió un poco y pregunta con tono caprichoso:–¿De chocolate?
Fanren
guiña un ojo y ambos se encaminan a la casa.
Al
ver a aparecer al joven, Fuutie sonríe.
Sabe
por la mirada de Fanren y el rostro de Shaoran que ha pasado una
vez más, otra de las decaídas de su hermano. Y era lo correcto,
Fanren era la única que podía controlarlo.
—Aquí
tienes tu pedazo hermanito– le dijo Shiefa dejando un plato en
la mesa.
Shaoran
da las gracias, y aún con desgano, comienza a comer.
Shiefa
se sienta a su lado con otro pedazo. Fanren no tarda en comentar
que engordará con su adicción a los pasteles, y se arma una
discusión, de esas que como sabemos, Shaoran estaba acostumbrado.
—...Sí,
quiero que tengan el auto listo para ir a recogerla al aeropuerto,
y por favor debes decirle al chofer que sea lo más cuidadoso al
manejar, no quiero que suceda un accidente– escuchó Shaoran a
su madre.
—Por
supuesto señora, si gusta yo también puedo ir a recoger a la señorita–dijo
la voz de Wei.
—Me
quedaré más tranquila, gracias Wei–dijo Ieran.
Shaoran
se levantó de la silla, se asomó a la puerta y contempló el
pasillo.
Su
madre se retiraba y Wei salía por la puerta principal.
—¿A
quién espera?– se preguntó el muchacho en voz baja.
—¿De
verdad quieres saberlo?–preguntó una voz a su lado.
El
muchacho dio un pequeño salto al ver la sonriente cara de Feimei
a su lado.
—¡No
vuelvas a hacer eso!– le reclamó el chico con enfado.
Feimei
río y dio un tirón a las orejas de su hermanito, quien sólo
pataleaba para que lo soltara.
Ya
tenía quince años, y sus hermanas no lo aceptaban. Para ellas
siempre sería el hermanito menor. En quien su padre había puesto
todas sus expectativas para dejar su puesto del Clan.
* * * * * *
—Bien,
está todo listo... Espero que con esto estés tranquilo.
—¡Claro!
¡Qué bien!–decía el pequeño saltando en su diminuta cama.
—Kero,
deja de saltar o romperás otra vez tu...–la voz de Sakura se
interrumpió con un “crick”.
Kero
se detuvo y una gota enorme recorrió su cabeza.
La
cara de Sakura se había vuelto poco amigable.
—¡Kero
quebraste la cama otra vez!–chilló ella— ¡Tendré que
repararla de nuevo!
El
guardián ríe con nerviosismo.
—Jejejeje...
Perdón
—Lo
que pasa es que estás demasiado gordo– dijo la niña sacando la
cinta adhesiva de otro de los cajones de su escritorio.
Ahora
fue Kero quien tenía un rostro poco amigable.
—¡¡¿Qué
has dicho?!!–exclamó Kero ofendido.
Sakura
río y pegó con la cinta adhesiva los palitos, que efectivamente
con el peso de Kero, se hacían endebles.
Su
padre llegó un poco más tarde de lo de costumbre.
En
cuanto él llegó, Sakura bajó. Cenó con él y estuvieron
hablando sobre las vacaciones, adonde tenían planeado ir, y que
sería dos semanas después, ya que su padre tendría mucho
trabajo por aquella semana. Eso tranquilizó a la muchacha, al
menos podría estar de vuelta para salir con su familia.
Touya
llegó minutos después, saludando con su acostumbrada burla a su
pequeña hermana.
Había
sido una cena agradable. Y así lo sintieron todos, y con
sorpresa, Touya y Fujitaka no notaron dejo de tristeza en la pequeña
Sakura.
Se
hizo tarde y Fujitaka se disculpó pero tenía que ir a terminar
su trabajo.
Touya
y Sakura quedaron solos comiendo postre.
—Yoko
me contó que fuiste a preguntar por Yukito–dijo Touya de
improviso.
Sakura
detuvo su cuchara con flan cuando estaba apunto de llegar a su
boca.
—¿Quién
es Yoko?
—Es
una chica que cuida a los abuelos de Yukito, tiene el cabello
rojizo– respondió Touya.
Sakura
afirmó con la cabeza.
Pensaba
que para Touya era complicado hablar sobre la ida de Yukito, pero
lo que no sabía era que Touya pensaba que lo era para ella.
—Sí...
Es que, olvidé que se había ido– contestó ella
algo distraída y comiendo otro poco de flan.
Su
hermano la observa y luego de comer dos cucharadas más de su flan
se levanta de la mesa.
—Tengo
sueño, tu también deberías ir a dormir... monstruo–dijo con
una sonrisa.
La
chica no tardó en reaccionar y dio una pisoteada en su pie.
Lo
extrañaría. Aún así, lo extrañaría.
No
supo como había pasado la noche.
En
cuanto cerró los ojos, cayó en un profundo sueño, donde muchas
imágenes se desbocaban.... Yukito, Yue, Yoko, Touya, la carta que
había recibido, ella misma subiéndose a un avión... y una extraña
sombra, de la cual sólo pudo detectar una sonrisa.
¿Quién
era esa persona que le sonreía?
—¡¡¡Sakura
despierta!!!–escuchó el estruendoso grito de Kero en sus oídos.
Dio
un pequeño respingo y abrió de inmediato los ojos.
—¡¿Qué
manera es esa de despertarme?!–alegó al muñequito, quien voló
y puso el despertador ante aquellos ojos verdes— ¡¡¡Son las
7:15!!!–exclamó Sakura corriendo hacia el armario.
—¡Sí,
y nuestro avión sale a las 8:00!– dice Kero.
La
chica comienza a correr de una lado a otro.
La
casa está sola porque su padre tiene una reunión y su hermano
tiene su trabajo de tiempo libre.
—Ya...
Estoy lista...–pudo decir ante jadeos y tomando una maleta.
Se
acercó a su escritorio y tomó el mazo de cartas. Buscó entre
ellas a Espejo,, y cuando la encontró ella misma se convirtió al
instante.
—Le
deseo buen viaje– dijo Espejo con la imagen de Sakura.
—Muchas
gracias–sonrió la niña y guardó las otras cartas en su
mochila.
—¡Vamos!–
chilló Kero jalándole la blusa.
Sakura
guardó el resto de las cartas y salió de la habitación.
No
había podido darle algunos consejos a Espejo-entre ellos quitarle
la manía de decirle papá de Sakura a su padre-, habían salido
tan apurados, que sólo se preocuparon de correr hacia la calle y
buscar algún taxi que los llevase al aeropuerto.
Un
hombre alto con una gorra, limpia un flamante auto negro, mientras
chifla una melodía.
—¿Todo
listo?–pregunta otro hombre más entrado en edad.
—Sí
señor Wei, ya está todo listo– respondió el chofer haciendo
una pequeña inclinación.
Wei
afirmó con la cabeza y se dirigió a la casa.
Afirmada
en la puerta, Ieran esperaba.
—Todo
listo señora– dijo Wei con una reverencia.
—Gracias
Wei, me voy más tranquila–había dicho la mujer caminando en
compañía de sus cuatro hijas hacia la salida de la gran casa.
Shaoran
aún no se levantaba. Esperaba que dieran las ocho para su
practica de Artes Marciales. Cuando era pequeño, Wei, el
mayordomo, era su entrenador. Pero cuando cumplió los ocho años,
su madre creyó necesario contratar a alguien con más habilidad.
Fue así como el maestro Fukushima, pasó a hacerle clases.
Al
menos con las Artes Marciales podía sentirse más liberado de
tensiones. Le servía para intentar olvidar sus problemas...
Sobretodo ése...
—¿Por
qué no me dio una oportunidad?– preguntó con voz ronca y
hundiendo su cabeza en la almohada.
Unos
golpes en la puerta lo hicieron salir de su trance.
¿Quién
se atrevía a despertarlo tan temprano un sábado?
—¡Shaoran,
levántate ahora!–gritó una voz muy aguda.
—¿Para
qué?!El entrenamiento es en una hora!– reclamó él cubriéndose
los oídos con la almohada.
La
voz femenina chilló aún más fuerte.
—¡Debes
desayunar y luego ayudarme!
—¿A
qué?– pregunta él levantando un poco la cabeza.
—¡Pues
a ordenar la habitación para los invitados!– responde la chica.
Shaoran
se levanta y friega sus ojos.
—¿Para
qué?– preguntó él.
—¡Cuando
bajes a desayunar te diré!– dijo la voz y luego desapareció.
Shaoran
exhaló con cansancio. Tenía mucha curiosidad por saber quién
era el “misterioso invitado” así que no tardó nada en bajar.
—Hasta
que te dignas a aparecer...– le dijo Meiling detenida en el
final de las escaleras.
—¿Quién
es el invitado?
Meiling
sonríe misteriosamente.
—Es
altamente confidencial– responde— Ahora ve a desayunar, para
que me ayudes a ordenar.
Meiling
tiene la misma edad que su primo. Tiene unos ojos rojizos y el
cabello largo y negro. Siempre había sido muy apegada a Shaoran,
hasta llegó a gustarle hacía algunos años, pero sabía que él
nunca le correspondería con algo más que no fuera amistad.
Se
había resignado y ahora hacía todo lo posible por que él
encontrara alguna chica que le hiciera olvidar a la muchacha que
lo había rechazado.
—¿Acaso
los empleados no pueden ordenar?– se quejó él sentándose en
el comedor.
Meiling
negó con la cabeza y al instante apareció una criada corriendo
con una bandeja.
—Lo
siento joven, sé que a usted no le gusta esperar... Pero estaba
muy ocupada...–comenzó a disculparse la criada.
—Descuide–
la interrumpió el chico— Puede volver a lo que estaba haciendo.
La
criada dio las gracias y luego de una reverencia salió.
Meiling
sonrió un poco. Sabía que su primo no tenía mal corazón,
aunque siempre lo catalogaran como “el niño frío o
insensible”.
—¿Ves?
Todos están muy ocupados....–dijo Meiling sentándose junto a
su primo.
—Tanto
que mi madre y mis hermanas no esperaron que bajara a desayunar–
masculló el muchacho— Ellas nunca han madrugado...
Meiling
río y se quedó esperando a su primo, el que parecía comer sin
apuros.
*
* * * *
Espejo
estaba sentada en el cuarto. Observaba todo a su alrededor. Estaba
un poco aburrida, pero tranquila al saber que ayudaba a su dueña,
suplantándola.
El
teléfono de la casa sonó. Sakura, o más bien dicho, Espejo, se
puso un poco nerviosa.
Bajó
y al levantar el auricular, oyó una voz masculina muy familiar...
—¿Sakura?
–preguntó la voz, a lo que ella emitió un extraño sonido—
Hasta que te levantaste monstruo, era para avisarte que
hoy llegaré tarde.
—Sí...–dijo
Espejo con timidez.
Touya
presintió algo extraño. No dijo absolutamente nada por lo que
colgó rápido.
Espejo
dejó escapar un hondo suspiro y colgó.
Conocía
a Touya, y él también la conocía a ella.
Todo
había ocurrido el día en que Sakura la había capturado. Había
adquirido la apariencia de su ama, e intentó engañar a Touya,
pero éste la había descubierto desde antes. Touya creyó que era
un espíritu, y que buscaba algo. Así Espejo lo había hecho caer
desde un declive que estaba por el Parque Pingüino.
Y
pese a lo que había hecho, Touya no le guardaba rencor. Es más,
la había descubierto tres veces y se había portado muy gentil
con ella.
Sonrió
levemente con las mejillas sonrosadas.
Ahora,
fue el timbre el que sonó.
—Buenos
días Sakura– dijo Tomoyo.
Espejo
pestañeó un par de veces, y al no recordar el nombre de la amiga
de su dueña sólo pudo sonreír y decir hola.
—Pase
a ver cómo estabas– continuó diciendo Tomoyo y observando con
detenimiento a Espejo.
—Oh,
muy bien... Gracias– contestó Espejo.
Tomoyo
se pone su pálida mano en la barbilla y da vueltas alrededor de
Espejo.
—No
eres Sakura ¿verdad?– dijo luego de unos minutos.
—No...
–pudo decir Espejo sorprendida ante el descubrimiento de Tomoyo.
¿Cómo
podía ser que ella supiera su identidad, si no tenía poderes?
—¿Y
dónde está Sakura?–preguntó Tomoyo con preocupación.
—Ella fue a Hong Kong...–respondió
Espejo.
Tomoyo abrió los ojos de par en par y
tapo su boca con ambas manos.
—¿Y a qué fue?–preguntó nuevamente
la muchacha con sorpresa.
—A conocer a los descendientes del mago
Clow– dijo Espejo.
Tomoyo quedó pensativa. Se despidió de
Espejo agradeciéndole la información y prometiéndole que vendría
seguido para ayudarle con la “suplantación”.
* * * * * *
La verdadera Sakura, ya estaba en el avión.
No podía negar su nerviosismo. Viajaba
sola (aunque tenía a Kero no podía evitar pensarlo) y eso le
preocupaba bastante.
—¡Qué bien, rumbo a Hong Kong!–dijo
Kero saliendo de la mochila.
Sakura sonrió al verlo ya que estaba
oculto ahí desde que habían despegado.
—¿Ya se te pasó el susto?–preguntó
en tono burlón.
Kero la miró
de reojo con molestia.
—Nunca lo tuve... ¡Una bestia como yo,
jajaja, no conoce el miedo, jajaja!– decía riendo.
Sakura tuvo una gran gota en su cabeza,
como todas las veces en que Kero decía cosas locas.
—¿Señorita desea algún refresco?–
preguntó una azafata a su lado.
—Oh...–Sakura sonrió fingidamente
mientras tapaba a Kero con su bolso— Sí, un jugo por favor.
La azafata la miró un poco extrañada
ante su actitud.
—¿Viene solo con su muñeco?– le
pregunta sonriendo y dándole un vasito con jugo.
—Jeje, sí... Es que no me gusta viajar
sola–río la jovencita.
La azafata se retiró con el carrito y
Sakura pudo respirar más tranquila.
—Por poco nos descubren–comentó
Sakura a su guardián.
—Ahh... Esto sí es viajar... Primera
clase y gratis–dijo Kero sonriendo y recostándose en el asiento
vacío de al lado.
Sakura no quiso reprocharle el último
comentario. Fue cerrando poco a poco sus ojos y se fue quedando
dormida.
Pero justo cuando creyó que podría estar
tranquila, dos sombras aparecieron en su sueño.
—Huye... Huye lo más rápido que
puedas...–dijo una de ellas, mientras la otra sonreía.
Sakura intentó alcanzarlas, pero la
sombra que sonreía negó con su cabeza.
—Arrepiéntete... Huye...–siguió
diciendo la voz tétrica.
—¿Por qué? ¿Por qué tengo que
huir?–preguntó ella con temor.
Pero la sombra que le sonreía, le hizo
tranquilizarse un poco.
—¿huir?... ¿Tengo que
huir?...–pensaba durmiendo intranquilamente.
—Sakura–comenzó a mecerla Kero para
que despertara— Ya vamos a aterrizar.
La niña abrió sus ojos verdes, pero
intentando recordar ese sueño.
La voz de la azafata anunció que ya
despegarían y que se abrocharan los cinturones.
Sakura observó por la ventana el mar y
sonrió ampliamente. ¡Le encantaba el mar!
Cuando ya hubieron aterrizado, bajó del
avión, entre todas las demás personas. Se sentía un poco extraña
al vestir distinta a los demás, definitivamente las chicas de
Hong Kong tenían otro estilo.
—Y bien Kero... ¿qué hacemos
ahora?–preguntó sentándose en una banca.
El muñequito asomó su cabeza por la
mochila y logró distinguir mucha gente.
Iba a ser difícil encontrar a los
que vendrían a recogerlos.
—Mmh... Será mejor preguntar donde están
los estacionamientos, tal vez ahí nos esperen– propuso Kero.
Sakura se levantó de la banca y tomó su
pequeña, pero pesada maleta.
Después de preguntar en informaciones, se
dirigieron a los estacionamientos.
—No sé cómo piensan encontrarnos–
dijo desalentada Sakura mirando la enorme fila de autos.
En ese instante, un hombre de cabello gris
y expresión amable se acerca a ella.
—¿La señorita Sakura Kinomoto?– le
preguntó sonriendo.
Sakura alzó su vista y afirmó con su
cabeza.
—Mucho gusto señorita, soy Wei,
mayordomo de la familia Li–dijo el hombre haciendo una
reverencia.
Sakura también debió inclinarse y sonreír
ya más aliviada.
—¡Ves, te dije que los encontraríamos!–
exclamó Kero saliendo de la mochila.
Por las cabezas del mayordomo y la
chiquilla surgieron grandes gotas y sus caras tenían una expresión
de sorpresa.
—Jajajaja... ehmm... él, es... sólo un
muñeco de felpa–dijo Sakura riendo con nerviosismo y tomando a
Kero por la
cola.
—Oh... ¿Y habla por medio de la telepatía?–se
asombró el mayordomo, aunque estaba acostumbrado a presenciar
cosas poco comunes.
—Ehm.. sí... Es decir, no... Es
ventriloquia– mintió la niña fingiendo que Kero era un títere
e imitó su voz.
Wei sonrió y aplaudió luego de que
Sakura sonriera.
—Es una excelente hechicera... ¿Usted
creó este ser con su magia?– preguntó Wei.
Sakura abrió un poco los ojos. ¿Había
sido tan obvia que ya había descubierto que era una hechicera?
—“Todo por culpa de Kero”–pensó—
Eh... Bueno, él... Es un guardián... Es una larga historia...
—Ya veo...–sonrió Wei y luego sonrió
al muñequito— Vamos al auto.
El mayordomo se adelantó y Sakura lo
siguió un poco más atrás.
—Sé más cuidadoso cuando te
apareces– le reprochaba a Kero en voz baja.
—No importa, es mayordomo de los Li,
debe estar muy acostumbrado a la magia y criaturas como yo– dijo
Kero en voz baja también.
El chofer esperaba apoyado en el auto y en
cuanto vio aparecer a la joven hizo una reverencia.
Sakura se sentía algo incómoda. Nunca
había sido tratada con tanto respeto.
—Pase usted señorita Sakura– dijo Wei
abriéndole la puerta.
Ella sólo sonrió y subió al automóvil.
Luego subió Wei, y emprendieron el viaje hacia un lugar nuevo,
del cual esperaba poder adaptarse.
* * * * * *
—Bueno, no fue tan difícil ordenar este
revueltijo– dijo Meiling tomando la escoba.
—No debería estar perdiendo mi
tiempo... Debe estar por llegar el entrenador– regañó Li con
su gesto de fastidio de siempre.
Meiling suspira, ya al
menos todo estaba listo y la señora Ieran se sentiría
satisfecha.
Shaoran se retiró de la habitación.
—No entiendo por qué tanto alboroto por
una visita... –murmuró el chico bajando las escaleras.—“Y
para colmo estará al lado de mi habitación”–pensó luego.
Otra de las criadas lo vio bajar las
escaleras y le dijo:
—Joven Li, el señor Fukushima ya llegó–dijo
la mujer.
—Sí, ya voy... –contesta él dirigiéndose
al jardín.
En el patio trasero, había un lugar
especial para sus entrenamientos. Estaba asfaltado y a los lados
habían dos piletas que la madre quiso instalar para dar más
alegría al lugar.
—Buenas tardes joven–dijo Fukushima
con la clásica reverencia que hacían antes de una batalla.
—Buenas tardes maestro– contestó Li
adquiriendo luego una postura de batalla.
—Hoy haré un registro de tus
habilidades... Pelearé contigo muchacho–dijo el maestro
adquiriendo la misma pose de Shaoran.
El muchacho abrió los ojos sorprendido.
¡El momento que tanto esperaba! Desde que había comenzado con
sus entrenamientos de Artes Marciales había querido enfrentarse
al maestro para saber si podía vencerlo. No se consideraría muy
satisfecho si llegara a perder.
—Pon a prueba todo lo que sabes–dijo
Fukushima lanzando una patada que Li esquivó con un rápido
movimiento.—Bien– le dijo el maestro sonriendo y luego dándole
golpes con los brazos.
El chico debió esquivar todos los golpes
que el maestro le daba. Era complicado, se estaba cansado y aún
no le había atacado, sólo se estaba defendiendo.
Una patada se dirigía directamente a su
cara y saltó lo más alto que pudo, luego abalanzándose sobre
Fukushima con una doble patada.
El hombre pudo apenas reaccionar y bloqueó
el golpe con el brazo.
Shaoran piso tierra y fue nuevamente
recibido por patadas de Fukushima.
No supo qué hace en ese momento, sentía
que ya las fuerzas se iban. Realizó otro salto y se abalanzo con
un golpe en el hombro del maestro. Este no pudo escapar, por lo
que recibió el impacto.
—Vaya... Buen movimiento–dijo el
maestro haciendo la reverencia y terminando el combate.
El chico sonrió orgulloso. Se sintió
superior, capaz de cualquier cosa después de derrotar a su
maestro.
—Pero... Debes tener más
cuidado–continuó diciendo el maestro bebiendo un poco de
agua— Comenzaste a defenderte bien, pero al momento de atacar te
despreocupaste. Otro en mi lugar no te hubiera permitido realizar
tu salto, así que fíjate muy bien para la próxima.
Ofendido, Li bebió un poco de agua. Quería
decir que el maestro le había dejado ganar, sólo para luego
sacarle en cara sus errores.
—Vamos, relájate muchacho... Será para
la próxima– le tranquiliza el hombre con una sonrisa.
Pero Shaoran no ha quedado satisfecho.
—Bueno, es todo...–dijo Fukushima
estirando su mano para despedirse.
—Pero aún es muy temprano– se extrañó
el joven.
—Lo sé muchacho, pero tu madre dijo que
recibirían a una visita y debes estar listo temprano– contesta
el maestro saliendo del jardín.
Era suficiente. Primero no querían
decirle quién era la misteriosa visita, luego lo despiertan
temprano para ordenar la pieza que ocupará esa persona y ahora no
podía continuar con el horario normal que tenían sus
entrenamientos de Artes Marciales.
—¡Maldición!–gruñó pateando uno de
los árboles cercanos.
Meiling lo miraba desde el balcón del
cuarto de invitados. Le parecía graciosa la actitud de Shaoran
cuando se enfadaba.
EL muchacho
continuaba pateando el árbol, cuando un pequeño pétalo rosado
cayó en su hombro.
—¿Un cerezo?– preguntó mirando el árbol.
Efectivamente, parecía un cerezo, pero al
contrario de los demás no había florecido. No tenía ni un solo
pétalo, quizás a excepción del que acababa de caer.
—¡Shaoran!– le llama Meiling.
Él alza la vista hacia arriba. Meiling le
saluda con la mano.
—¡Tu madre te llama!–le dice Meiling
luego desapareciendo del balcón.
Shaoran suelta el pequeño y delicado pétalo
y se dirige a la casa, no sin antes dar una mirada al árbol.
La señora Ieran le espera sentada en uno
de los sillones de la sala.
El chico entra sigiloso, pero su madre
logra percatarse de su presencia.
—Shaoran, es necesario que te alistes–
dijo la mujer.
Él no dice nada y se sienta en otro de
los sillones.
Su madre está sentada, con los ojos
cerrados Muchas veces estaba de esa manera cuando meditaba.
—¿Para recibir a la “misteriosa
visita”?– dice el chico sin notar la ironía en su voz.
—Sé
que estás muy impaciente por saber la identidad de esa visita,
pero para tu alivio, sólo faltan pocos minutos
Li se levanta del sillón y sube a su
habitación.
Nunca había podido enfrentar a su madre y
tampoco era algo que estaba en sus planes. Le tenía respeto, por
ello jamás se atrevería a elevarle la voz o discutirle algo.
Visitó con algo muy casual. No estaba
dispuesto a colocarse alguno de los trajes de ceremonia que tenía,
primero había que ver la “misteriosa visita”.
—Ya me tiene harto... Espero que sea
alguien importante– regañó arreglándose su camisa.
*
* * * *
Los
hermosos ojos de la chica se abrían asombrados cada vez que algún
edificio o un gran Templo aparecía en el camino.
Habían
pasado muchos minutos del viaje, pero no estaba aburriéndose. Al
contrario, cada cosa que veía le parecía nuevo y fabuloso.
Pero
el paisaje urbano comenzó a desaparecer. El camino se volvió
desierto, donde sólo algunas casas enormes se avistaban.
—Ya
estamos llegando señorita– dijo Wei desde el asiento de
delante.
Sakura
sonrió y comenzó a mirar con mucha más atención.
Pronto,
el automóvil se detuvo. Un amplio portón de madera se abrió y
apareció una gran casa. Casi o igual de grande que la de Tomoyo,
pero con un estilo oriental indiscutible.
—¡Que
lindo!– exclamó la pequeña sin poder evitarlo. Veía un jardín
tan amplio ante su rostro que no evitaba sonreír y asombrarse.
Cuando
por fin el automóvil se detuvo, Wei se levantó a abrirle la
puerta.
—¿Aquí
es?–pregunta aún sin poder creer la mansión que estaba frente
a ella. —Es como diez veces mi casa– susurró sonriendo.
Kero
asomó su cabeza y aunque no dijo nada también no pudo evitar
asombrarse.
—Buenos
días– dijeron unas criadas a la entrada de la puerta.
Sakura
caminó detrás de Wei y tomó con nerviosismo los tirantes de su
mochila (su maleta la cargaba Wei)
Cuatro
mujeres, que parecían muy jóvenes, esperaban justo en la
entrada.
—¡¡¡Bienvenida!!!–exclamaron
a coro y se lazaron hacia Sakura.
—¡Qué
hermosa es!– dijo Fuutie acariciándole el cabello.
—¡Tiene
una carita muy tierna!– opinó Fanren sonriéndole.
—¡Ayy
y mira esos ojitos!– chilló Feimei poniendo su rostro ante la
confundida expresión de Sakura.
—Shaoran
tiene mucha suerte– susurró Shiefa sonriendo.
Y
justo cuando se le nombró, el muchacho se asomó por la sala.
—“Por
fin ha llegado la visita”–pensó con sarcasmo.
Una
mano le tocó suavemente el hombro, haciendo que se sobresaltara.
—A
saludar...–dijo su madre en tono autoritario arrastrándolo al
recibidor.
Shaoran
estuvo apunto de discutir que él solo iría, pero ya habían
llegado.
—Niñas,
apártense– ordenó Ieran a sus hijas que salieron de inmediato,
dejando ver a Shaoran a un muchachita de cabello castaño y
hermosos ojos verdes.
Ieran
sonrió y se acercó a la pequeña.
Sakura
miraba atentamente el rostro del chico que tenía enfrente, pero
sintió que unas suaves manos tomaban las suyas.
—Que
seas bienvenida– le dijo una mujer de cabello negro tomado en
una coleta.
Vestía
una túnica blanca con algunos adornos de colores oscuros. Era
hermosa y tenía una agradable sonrisa.
Sakura
sonrió un poco nerviosa, pero su sonrisa se desvaneció al notar
que una mirada fría de uno de los presentes.
Notas:
^^ jeje, no hay ná k decir... sólo k por fin se encontraron!!! =D
eeh!!! Yupi!!
^.
^U comentarios o tranquilizantes para mi locura a:
gabri_saku@hotmail.com
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