Varios
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Conviviendo
con el enemigo
La
gran hora había llegado. Las manecillas del reloj marcaban las
ocho en punto. Sakura comenzó a pasearse nerviosa por la habitación.
Llevaba mucho tiempo hablando sola, ya que Kero permanecía en
silencio y se había excusado diciendo que necesitaba meditar. ¿Acerca
de qué? Se preguntaba la niña, pero no quería interrumpirlo.
Respetaba sus decisiones, así como Kero respetaba las de ella.
No
podía negar que le interesaba saber el porqué del comportamiento
de su guardián, pero la cena próxima le tenía los nervios de
punta.
Meiling
aún no pasaba por ella. La prima de Shaoran estaba ocupada con lo
suyo y si Sakura la conociera, sabría que tardaría mucho más
intentando elegir la ropa adecuada para el evento.
—Kero
¿crees que me veo bien?– pregunta la niña mirándose otra vez
al espejo.
El
muñequito permanece quieto y Sakura entiende que aún continúa
con su meditación.
Repentinamente
la voz de Meiling se oye tras ka puerta y Sakura corre a su
encuentro.
—Perdón
por la tardanza–dijo la niña vistiendo un traje parecido al de
Sakura pero de mangas cortas y color violeta— Buscaba alguna
prenda en la poca ropa que tengo en esta casa... Tal vez hubiera
sido mejor ir a buscar algo a la mía.
—¿No
vives aquí?–preguntó Sakura.
Meiling
negó sonriendo.
—Mi
casa está a unas cuadras de aquí. Vivo sólo con mi madre... mi
papá....–Meiling desvió su vista a otro lado y continuó tras
un breve suspiro— Mi papá se fue a Pekín
hace dos años.
Kinomoto
la vio con lástima y compartiendo su nostalgia. Toda esa gran
sonrisa de ella desaparecía.
“Se
fue” pensó y volteó a mirar portarretratos donde estaba la
fotografía del sonriente Yukito.
—En
fin, será mejor que nos apuremos o comenzaran la cena sin
nosotras–dijo Meiling tomando a Kinomoto de la mano.
—Kero
vamos– llamó a ella a su guardián.
—No
estoy de humor para eso– replicó el muñequito cruzando sus
brazos.
Meiling
intentó no gritar luego de llevarse la sorpresa de ver un peluche
parlante. Ya no le extrañaba nada de lo que veía, ¡pero sí que
era extraño ese muñeco!
Arrastró
a Sakura a la puerta y bajaron juntas a mucha velocidad las
escaleras, mientras en la sala principal, Ieran, sus hijas y un
pensativo Shaoran aguardaban.
El
comedor estaba arreglado de una manera especial. En todos los
antiguos muebles había un ramo de hermosas flores que emanaban
los más exquisitos aromas. Era de suponerse que pertenecían al
jardín de la familia.
La
mesa no se quedaba atrás, y en su centro tenía otro arreglo de
violetas. Dos candelabros poseían delgadas velas que iluminaban
la lujosa vajilla de plata.
Los
criados se mantienen alertas al llamado de su dueña y se esparzan
alrededor de la mesa. Wei parece liderarlos y está más cercano a
la sala para avisar cuando la señora Li dé la orden de servir el
banquete.
Shaoran
contempla el ramo que tiene un sus brazos. Se ha mantenido callado
y no ha abierto la boca, sólo ha observado el ramo de flores, que
minutos más tarde iría a parar en manos de la joven Kinomoto.
Su
madre lo nota intranquilo, pero está segura que su hijo se ha
convencido de su labor.
En
ese momento, Sakura y Meiling se asoman por la puerta.
—¡Estás
hermosa!– chillaron las hermanas observando con ojos estrellados
a la niña de ojos verdes.
—Es
verdad... Esa ropa le sienta muy bien señorita– dice Ieran
sonriéndole.
Sakura
baja la vista apenada por los comentarios, pero ante sus ojos
aparecen unas hermosas flores de color rosa.
—¿Son...
Son para mí?–puede preguntar muy avergonzada al distinguir el
rostro de Li.
Él
con su expresión seria afirma y luego lanza miradas asesina a sus
hermanas, ya que han comenzado a reír.
—Mu-
Muchas gracias...–puede decir ella en un murmullo.
Ieran
sonríe mientras Shaoran–aún un poco avergonzado, pero
sobretodo pensativo– presta el brazo a la niña, quien no tarda
en sonrojarse más.
—En
Hong Kong es tradición que el hombre lleve a la invitada a la
mesa– le dice Meiling a Sakura, intentando tranquilizarla.
La
niña japonesa no se atreve a mirar a Shaoran, por lo que tímidamente
recibe su brazo y se dirigen al comedor, adelante de las demás.
—¡Son
la pareja perfecta!– exclama Fuutie saltando con alegría.
Shiefa
y Feimei asienten, y siguen con su vista a la pareja.
Fanren
está en silencio y observa a su madre, la que luego de devolverle
una sonrisa, pide a Wei que sirvan y también se encamina al
comedor.
—“Shaoran
no es así... Nunca se ha comportado así con una chica. Hay algo
raro en esto, y sé que mi madre tiene mucho que ver”–pensó
Fanren, siendo luego llamada por sus hermanas, para que se
apresuraran.
Shaoran
y Sakura ya habían llegado a la mesa, y esperaban a las demás.
El joven había ubicado a Sakura en una silla, y ésta se había
mantenido silenciosa, observando ruborizada el ramo.
El
grupo, encabezado por Ieran, llegó al comedor y se ubicó en sus
respectivos lugares con ayuda de Wei y Shaoran.
—Tenemos
que hablar...–susurra Fanren cuando Shaoran corre su asiento
para que se sitúe.
Él
hace caso omiso de las palabras de su hermana, y se sienta, para
su sorpresa frente a Kinomoto. ¿Pero por qué, si su asiento
era...? Al voltear la cabeza, Meiling ha pedido a Sakura ubicarse
frente a su primo, mientras ella se sienta en el puesto había
ubicado a la señorita Kinomoto.
Los
criados han desaparecido de alrededor de la mesa. Sólo Wei continúa
de pie y ofrece a Sakura retirarle el ramo para que no le moleste,
ya que la cena está próxima a comenzar. La niña está nerviosa,
nunca antes había estado en una cena tan formal como aquella.
Nunca había estado con una familia de hechiceros. Nunca antes un
chico le había regalado un ramo de flores y le había ofrecido su
brazo para guiarla.
—“Hoooe
esto es muy penoso... Y el malo de Kero no quiso bajar. ¿Pero por
qué? Si él estaba tan entusiasmado en conocer a la familia
Li”–pensaba Sakura, en tanto una fila de criados depositaban
los platos en la mesa.
Luego
de que terminaron de servir, se retiraron. Ieran se mantenía
quieta, y contemplaba de vez en cuando a su hijo, o a Sakura.
Meiling
sonríe ya que el ambiente de tanta formalidad le parece gracioso.
Comúnmente en la cena, las hermanas Li hablan y hablan, y los únicos
que permanecen en silencio son Shaoran y su madre. A Ieran no le
gustaba mucho hablar en las comidas, pero le daba la libertad de
hacerlo a sus hijas, ya que se entretenía oyendo los temas que
trataban.
Sabe
muy bien, cómo debe estar la pobre de Sakura en esos momentos. Se
veía una niña tan tímida y retraída, que hasta se había
sonrojado al tomar del brazo a su primo o al recibir el ramo de
flores.
—“Supongo
que a cualquiera otra, le hubiera pasado lo mismo... Después de
todo, Shaoran es el chico más guapo de la
secundaria”–deliberada sonriendo y mirando de reojo a su
nerviosa “nueva amiga”.
—Bueno...
Adelante–dice Ieran con esa sonrisa, tan poco común en ella.
Los
tenedores se levantan de su reposo y se dirigen al conjunto de
comida.
Para
Sakura todo sabe rico. ¡Cómo se pondrían su hermano y su papá
si probaran de esa comida!
—Me
sorprendes hermanito... Nunca pensé que tuvieras “iniciativa”
como para comportarte así con una chica...–le susurraba Fanren
a su hermano en tono sarcástico.
En
ese instante, Shaoran como nunca, quiso que su hermana
desapareciera de ese asiento. Siempre dejaba que se sentara a su
lado, pero no ahora, no ahora que estaba cansado
de
que le molestara con esa chica, sabiendo que tendría que ser
“su prometida”.
La
cena trascurrió tranquila. Entre los jóvenes solo hubieron
mirada breves, ya que al sólo sentir que la otra persona le
observaba bajaban la vista incómodos. Shaoran por su parte, mucho
más. No quería ver a esa chica como lo que tendría que ser...
durante una semana, la que sería la más larga de toda su vida.
—“Rayos...
Pienso hablar con ella..”–se dijo decidido, luego de que en
otra mirada que le dirigiera, ella le sonriera tímidamente.
¿Y
por qué le había sonreído? ¿Sabría ella que estaban cercanos
a asumir “un compromiso”? ¡Y enfrente del Jefe de la
Asamblea! Li sólo quería desaparecer de ahí lo más pronto
posible.
Luego
de que todos terminaran, la señora Li toma la palabra.
—Espero
que la cena haya sido de su agrado señorita Kinomoto–dijo a
Sakura, quien asintió sonriendo— Sé que aún no hemos hablado
sobre esta importante visita, pero quiero pedirle a la señorita
Kinomoto que nos cuente ella misma, las hazañas que ha realizado
con su magia.
Después
de que Ieran habló, todas las miradas se dirigieron a Sakura.
—Eh...
Bueno... Yo... Yo fui... Capturé las Cartas del mago
Clow–respondió ella con baja voz.
Shaoran
y sus hermanas abren los ojos sorprendidos.
El
joven es el primero en tomar
la palabra.
—¿Las
Cartas Clow?...–cuestionó mirándola detenidamente— ¡Ya sé
por qué tu rostro me era conocido!–exclamó él.
Ella
sólo miró al chico, quien después de volverse pensativo,
contempló a su madre.
—Es
por eso que el nombre de Kerberos me era familiar también... Él
es el guardián que protegía las Cartas...–siguió diciendo Li
mientras todas las imágenes venían a su cabeza.
Sus
hermanas no comprendían muy bien lo que Shaoran hablaba. Sakura
tampoco, y mucho menos Meiling, ella era la más desorientada de
todos y miraba confundida a sus primas cuchichear.
—O
sea que eres una de las hechiceras más poderosas– le dijo
Feimei sonriendo.
Sakura
negó con su cabeza y con una sonrisa nerviosa. Todo ese asunto le
apenaba.
—¿Y
cuándo terminaste de recolectar las Cartas?– preguntó Shiefa
con otra sonrisa.
—Eh...
como... hace tres años, creo–contesta ella mirando hacia el
cielo, como si así pudiera recordar todo con claridad.
La
mesa se inundó de
voces. Las hermanas Li y Meiling hablaban, y Sakura tenía que
responder las preguntas que se le dirigía. Ieran notaba que sólo
faltaba su hijo, pero necesitaba que estuviera con la joven Sakura
a solas. Nunca podrías conocerse o arreglar todo con ese ruido.
—Niñas,
guarden silencio por
favor–dijo Ieran en un too más elevado y autoritario.
Las
voces se apagaron al instante y la mujer se levantó de su silla.
—La
señorita Kinomoto aún no conoce todos los alrededores, así que
esta semana organizaremos paseos por la ciudad–dijo Ieran sonriéndole
a Sakura— Por ahora quiero pedirle a la señorita Kinomoto, que
se deje guiar por mi hijo, quien le mostrará el resto de la mansión.
Las
hermanas giraron a ver a su hermano, quien aparte de su sonrojo
tenía una gran gota en la cabeza, junto con Meiling, se retiraron
del comedor. Ieran también lo hizo, pero mucho antes. Sólo
quedaron ambos jóvenes...
Al
no poder pronunciar palabra alguna, Shaoran ofreció su brazo a la
niña, quien lo aceptó con su timidez de siempre.
No
podía evitar sonrojarse al estar cerca de él. Lo veía tan
apuesto, tan serio, tan atento... Un poco callado, y sobretodo
inexpresivo, pero cada cosa se había disipado cuando recibió ese
ramo de flores, o ahora mismo, ese paseo nocturno.
Estuvieron
caminando hasta llegar al jardín, Sakura no pudo evitar correr
hacia el césped y dar brincos. Contempló cada una de las flores
bajo la luz de la luna, era un espectáculo tan encantador. Al
notar que se había zafado del chico, giró un poco nerviosa a
verlo.
Él
estaba tras suyo, con su seriedad de siempre... Pero por alguna
extraña razón, su rostro estaba preocupado.
—Lo
siento –se disculpó con una sonrisa— ¡Este jardín es
hermoso!–chilló muy emocionada.
Los
ojos de él estuvieron un rato observando los de ella. Otra vez,
Sakura empezaba a sentir temor ante esa mirada.
—No
importa...–dijo él dándole la espalda.
Sakura
sonrió nuevamente y corrió hacia otro lado. Parecía una niña
jugando en el césped, contemplando cada detalle de las flores, y
de vez en cuando observando la luna y el cielo estrellado.
—Las
Cartas Clow debiste cambiarlas a tus poderes ¿cierto?–dijo la
voz de Li.
Sakura
giró y lo vio sentado en el césped.
—Sí...
Luego de que las capturara vino un Juicio–la niña miró hacia
la luna ya sus ojos se volvieron melancólicos— Yue, tenía que
ponerme a prueba para saber si era suficientemente poderosa para
tener las Cartas Clow y los guardianes.
Li
alzó la vista hacia ella. Nunca habría imaginado que ella fuese
la dueña de las legendarias Cartas de Clow. Pero al menos, había
algo de lo cual no preocuparse; la conocía por las predicciones
de su madre, había visto entre una espesa niebla mágica, el
rostro de esa niña.
—Kero
me dijo, que eran descendientes del mago Clow–dijo Sakura sentándose
a su lado con una sonrisa.
Era
obvio que esa niña no lo conocía. Ninguna chica se hubiera
acercado a él de esa forma. Ninguna chica se hubiera tomado la
libertad de sentarse a su lado y sonreírle, pero ella se veía
despistada, y no imaginaba que él jamás conversa con mujeres
desconocidas.
—La
madre de Clow pertenecía al Clan Li–respondió Shaoran de
manera seca— Sé mucho sobre las Cartas, porque yo iba a
capturarlas... iba a ir a Japón a quitártelas– termino
diciendo él con toda la naturalidad del mundo.
Sakura
se cayó de espaldas con un gran signo de interrogación.
—¡¿Qué?!...
Es decir... Tú.... ¿Hoe?
—Yo
iba a ser tu rival en la recolección de las cartas, pero luego se
presentó otro problema, y debí quedarme en Hong Kong– aclaró
Li con seriedad, pero en el fondo muy divertido al ver la reacción
de la muchacha.
Sakura
tenía los ojos bien abiertos. ¿Ese chico iba a ir a robarle las
cartas? Pero, y si eso hubiese ocurrido... tal vez la cartas no
serían de ella... serían de...
—Si
hubiese ido a Japón, esas cartas serían mías– agregó luego
él.
Miles
de gotas recorrieron la cabeza de la pequeña. Lo único que atinó,
fue a reír un poco nerviosa.
—Considero
por tu
presencia que tu nivel de magia no es muy alto–siguió diciendo
en forma petulante—No posees los poderes, que a mi juicio, debería
tener el dueño de las cartas.
—¿Y
tú que sabes de mis poderes?–le preguntó ella ofendida.
—La
primera impresión de un hechicero es sentir la presencia de el
sujeto... Es obvio que la tuya no es la gran cosa, es por eso que
digo que tus poderes no son suficientes.
La
niña se volvió casi tan seria como el chino, quien luego sonrió
de forma engreída, sólo para humillar más a Sakura.
—Suenas
como Yue–dijo ella sonriendo y apoyando su cabeza en las
rodillas.
—¿Qué?–preguntó
confundido.
Sakura
sonrió y miró hacia la nada, como si en su cabeza volvieran los
recuerdos y pasaran delante sus ojos.
—Yue
también consideraba que no tenía los poderes suficientes para
ser dueña de las cartas–responde serenamente— Y yo tampoco me
tenía mucha fe... Creo que sólo Tomoyo y Kero confiaron en mí.
Su
sonrisa se volvió débil y cubrió sus ojos con el flequillo de
su cabello.
—Gracias
a ellos... Pude terminar con la misión.
Li
estuvo silencioso y dejó de mirarla. Al parecer verla interrumpía
más sus propios pensamientos, estaba furioso, y a la vez un poco
arrepentido. No se esperaba que ella fuera la dueña de las
cartas, pero menos que fuera tan... ¿sensible? ¿melancólica?.
—¿Por
qué dijiste que mi rostro se te hacía familiar?–preguntó
recordando de pronto.
El
chico se levantó del césped. Era algo que planeaba hacer, desde
que Sakura se había situado a su lado.
—No
creo que se necesario decírtelo...–le respondió él de forma
cortante.
Una
venita surgió del puño de Sakura. No entendía a ese tipo,
primero se comportaba de lo más amable y luego se mostraba
grosero. Su tono era burlón, y molestaba a Sakura desde que había
comenzado a charlar.
—Vamos,
se hace tarde–le dice en tono de mandato el joven y Sakura no
puede hacer más que seguirlo, pero esta vez, no de su brazo.
Ciertamente,
la mansión de a familia Li era muy lujosa. Sakura no había visto
cosa igual desde el día que había conocido la mansión Daidouji.
Pero esta residencia era distinta. Todo estaba decorado con
muebles antiguos y las piezas constaban de grandes espacios para
movilizarse con suma libertad, y miles de objetos extraños;
candelabros grandes, viejos óleos, grandes y pequeños baúles
que por su apariencia databan de muchos años.
Ya
era de noche, y todo estaba sumido en un silencio casi tétrico. Sólo
el crujir de algunos árboles del jardín se oían en la penumbra,
y junto con ellos, los pasos de algunos sirvientes que no dormían
aún. Un ejemplo de ellos era Wei. Se topó con los jóvenes
cuando éstos entraban a la sala. Les dio las buenas noches, y se
fue a cerciorarse del orden del resto de la mansión.
Sakura
pudo percibir que Wei era más que un mayordomo para Li. Todo los
otros criados se referías a él como el “joven Li” o el
“amo Li”, en cambio Wei lo trataba de joven Shaoran, y a éste
parecía no molestarle.
La
niña tomó el ramo
de flores entre su regazo, y subió con Shaoran al segundo piso.
Él se había mantenido muy silencioso y su expresión de malhumor
(que ya había florecido otra vez para decepción de la niña) le
hacían suponer que no quería hablar ni responder cualquier cosa
que Sakura le preguntase. Y sí que la chica tenía curiosidad de
saber, entre otras cosa, quiénes eran los personajes retratados
en los óleos que adornaban las claras paredes.
Al
llegar a la puerta de la habitación de la invitada, Li hizo una
pequeña reverencia y se marchó a la suya. Sakura iba a abrir la
puerta, cuando notó que él entraba a la habitación de al lado.
—“Genial...
Espero que para dormir no tenga esa actitud tan brusca”–pensó
irónicamente y se adentró a la estancia.
Al
encender la luz pudo distinguir el cuerpecito de Kero reposando cómodamente
en su cama. Daba ronquidos bajitos y se había cubierto con la
almohada al sentir el destello de luz que interrumpió su sueño.
—Perdón
Kero... –dijo Sakura apagando la luz y prendiendo la del tocador
que era menos potente.
El
muñequito se dio media vuelta y siguió dormitando.
Sakura
dejó el ramo en la mesita y lo contempló sentada un rato en el
sillón.
Estaba
tan confundida como sorprendida, tenía tantos deseos de contarle
a Kero lo que se había perdido en la cena. Un gran banquete, un
exquisito postre y aparte de eso las palabras de Shaoran Li.
Exhaló
profundamente y entrecerró sus ojos. Intentó imaginarse a ese
chico arrebatándole las cartas cuando pequeña. Tenía mucha razón
al decir que si hubiera viajada a Japón, las cartas estarían en
sus manos. Bastaba suponer que al ser descendiente de Clow sus
poderes eran grandes y se asimilaban a los de él.
—Le
comentaré a Eriol sobre eso en mi próxima carta–se dijo y
luego se levantó de la silla tocándose su adolorida espalda.
Caminó
hacia el armario y en medio de su ropa encontró su teléfono móvil.
—¡Qué
bien! ¡Así podré llamar a Tomoyo!–exclamó con una gran
sonrisa.
Corrió
a la silla y sentase allí nuevamente, mientras marcaba apresurada
el número de teléfono de su mejor amiga.
* *
* * *
Retrocedía
el video una y otra vez sin cansarse.
Apoyada
en el asiento contiguo se encontraba una taza de humeante té, que
la sirvienta había llevado por exclusiva orden de su madre. Es
que ella se preocupaba mucho de su salud, siempre había sido muy
vulnerable a contraer enfermedades (sobretodo gripe) y siempre le
pedía que se abrigare mucho y bebiera té caliente antes de
dormir.
Su
dedo pulgar nuevamente se hundió contra el botón de retroceso
del control remoto.
Ante
ella, en una enorme pantalla, la imagen de tres niños se
vislumbraba.
Uno
de ellos tenía su cabello azulado y tez pálida, sonreía de una
manera tan misteriosa... A su lado había otra chica de profundos
ojos verdes, cabello castaño corto, con dos coletas y expresión
alegre... Y al lado de ella, una joven alta de cuerpo esbelto,
cabello largo y una trenza que sobresalía entre sus sedosos
mechones que caían delicadamente en sus hombros. Pronto en escena
apareció otro personaje , cuya cara redonda y amarilla hicieron
que una carcajada se oyera en la habitación de la señorita. Pero
a esa cara, se le sumó otra, que parecía un gato negro y expresión
ceñuda. Aquello llevó a una discusión, y la cámara quitó el
lente rápidamente para enfocar a la niña de cabello corto, que
un poco nerviosa saludaba con su mano.
—¡Sakura,
ese traje te queda precioso!– se oyó ella misma que decía.
—Ayy
jajaja.. gracias Tomoyo, no tenías por qué hacerlo... Es sólo
un paseo por el Templo–respondió Sakura con su expresión
infantil e indicando a lo lejos el Templo Tsukimine.
Otra
voz que parecía mucho más madura y afable que la de cualquier
otro chico se oyó.
—Tendremos
que apresurarnos, o comenzarán el festival–dijo Eriol sonriendo
y el lente lo enfocó.
—Es
verdad– apoyó ella misma, oyendo claramente de su parte, una
suave carcajada.
—Bueno...
¡En marcha!–dijo la joven alta encaminándose primero que el
grupo.
Las
dos pequeñas criaturas se fueron a la siga y de adentraron en la
cartera que la joven llevaba en su mano.
—Vamos,
o Nakuru se comerá todo–opinó Eriol y la cámara se apagó.
Tomoyo
sonrió y apagó el televisor refregando sus ojos.
Eran
tan hermosos recuerdos los que guardaba con sus amigos, y qué
asertiva había sido al grabarlos, para luego verlos.. una y otra
vez. Aquellos momentos felices parecían no querer repetirse y la
única manera de rebuscar y poder rememorarlos eran todas esas
cintas que guardaba como su tesoro.
Apagó
con el mismo control remoto las luces y estiró un poco sus brazos
dando un breve y delicado bostezo.
—Es
hora de dormir–se dijo y caminó sonriente a su habitación,
hasta que el ruido de su teléfono móvil la detuvo—¡Es
Sakura!–chilló y corrió a responder.
—Hola
Tomoyo– se oyó la voz de su amiga.
No
pudiendo contener su alegría, Tomoyo sonrió enormemente.
—¡Sakura!
¿Cómo estás? Me enteré que estabas en Hong Kong– dijo Tomoyo
volviendo su rostro preocupado.
—Vaya..
Sí que las noticias vuelan–dice Sakura con alegría— ¿cómo
te enteraste?
Tomoyo
ríe un poco.
—Hoy
fui a visitarte y noté en “Sakura” algo anormal.. Hasta que
descubrí que era Espejo suplantándote, ella me lo dijo, creo que
notó que estaba preocupada–contesta Tomoyo.
—No
tienes de qué preocuparte Tomoyo... Estoy aquí porque recibí
una invitación de la familia Li, son descendientes de Clow y querían
ver mis poderes–dice ella con tono cansado.
—¿Entonces
ya les demostraste que eres una gran hechicera? ¡La mejor
brujita!
A
Sakura le corrió una gota, mientras sonreía de esa manera
nerviosa cuando Tomoyo comenzaba a elogiarla.
—Tomoyo
no digas esas cosas–dijo avergonzada y sonriendo al sentir las
carcajadas joviales de su amiga.
Al
callar la risa de Daidouji, Sakura prosiguió:
—Aún
no hemos hablado mucho sobre magia... ¡Oh, Tomoyo, vieras tú lo
hermoso que es este lugar–proclamó ella con emoción que Tomoyo
pudo notar a pesar de la lejanía—¡El jardín es divino! Vieras
todas esas flores, huelen riquísimo y sus colores... ¡nunca vi
colores más encantadores! Parece todo tan mágico que me asusta
pensar que es sólo mi imaginación... ni en sueños creo haber
visto algo tan bonito.
—No
sabes cuanto me alegra Sakura–dijo con tono cariñoso su amiga.
—Kero
ahora está dormido–siguió diciendo Sakura—No quiso bajar a
cenar. No sabes de las delicias que se perdió... había muchos
postres y el comedor tenía las mismas flores de jardín.
Tomoyo
sonreía a cada cosa que Sakura le decía. Escuchaba con alegría
e impacientando sus ganas de preguntarle más cosas, conformándose
de lleno lo que con tanto fervor su amiga le relataba.
—Las
hermanas Li me dieron un traje especial para la cena...son cuatro
y se preocupan mucho por mí, por eso me siento muy cómoda.
Sakura
detuvo su conversación para luego decir:
—Tomoyo...
—Dime
—¿Me
harías el favor seguir
yendo a mi casa para ver a Espejo?–preguntó Sakura.
—¡Por
supuesto! Mañana mismo pensaba en ir, sobretodo a ayudarle con
los quehaceres
—¡Muchas
gracias Tomoyo!–dijo Sakura— Y disculpa por llamarte a esta
hora, pero necesitaba hablar contigo.
—Descuida,
yo también quería saber cómo estabas... sobre todo luego de lo
que me contaste ayer–contestó Tomoyo un poco triste.
Sakura
entreabrió la cortina de a habitación dejándose ver el destello
de la luna.
—Estoy
muy bien... Sólo necesito tiempo–murmuró lacónica— Pero sé
que podré seguir viéndole como un amigo.
—Cualquier
cosa que necesites, no dudes en llamarme
—De
acuerdo... ¡Buenas noches!–se despidió Sakura.
—Buenas
noches–respondió Tomoyo.
Al
cortar la comunicación, dejó el celular en su velador. Ahora podía
estar tranquila sabiendo que su amiga Sakura se encontraba bien y
sobretodo contenta,
Por
ahora, todo marchaba bien...
*
* * * *
Siendo
las 09:00 am, el avión arribó en el aeropuerto de Hong Kong. El
cielo estaba despejado y según el pronóstico que había oído al
aterrizar, la temperatura sería alta. A nadie que viviese o
conociese el lugar se sorprendería. Era una isla que siempre tenía
un sol centellante iluminando un cielo claro propio de esa época
del año.
Al
salir por la puerta principal con su equipaje, un coche rojo lo
esperaba.
—No
pensé que te levantarías tan temprano para buscarme–comentó a
modo de saludo, estrechando la mano del otro sujeto.
—Todo
por mi amigo–dijo éste sonriendo—Ahora Akihiro, deberás
dormir una siesta para soportar la fiesta que se viene en la
noche.
El
aludido sonrió ariscamente y comentando con gracia dijo:
—Espero
que hayas organizado algo bueno Yamashita... Mira que estos días
no he podido beber alguna bebida alcohólica, escuchar buena música
o conocer mujeres–al decir esto se detuvo pensativo— ¿La
invitaste?
Su
amigo afirmó sonriendo con la cabeza y subió al automóvil.
Akihiro también se adentró y sacó sus gafas oscuras.
—¿Por
qué tanto interés? Pensé que querías darte un descanso con las
mujeres–comentó su amigo riendo burlonamente.
—Ella
me hizo recapacitar–contestó con algo parecido a ironía y
seriedad.
Las
calles pasaron fugaces a la velocidad del vehículo de Yutako
Yamashita. Aquel lujoso modelo era su orgullo. Tal vez no tenía
mucho dinero, no trabajaba ni estudiaba, era tratado como un vil
vago, tuviera la manía de tener un cigarrillo entre sus labios o
la fama de “mujeriego”; pero tenía ese automóvil que su
padre le había heredado antes de fallecer de un cáncer severo.
Akihiro tenía que aceptar que no lo conocía muy bien, sólo unos
pocos detalles que él le daba a entender, pero se había
encontrado con alguien de pensamientos tan liberales y rebeldes
como los suyos. Todo lo que él no podía hacer por estar apegado
a las reglas del ayudante del Jefe del Clan Li, podía hacerlo su
amigo, quien no rendía cuentas a nadie y disfrutaba de su dinero
(una gran suma que disminuía cada año considerablemente) y su
automóvil sin tener que trabajar, ni preocuparse de su futuro.
Ojalá
y todos pudieran gozar de la vida como él, pero Akihiro pese a
todo, tenía además otras aspiraciones para su porvenir. Quería
llegar a ser un hechicero, ero no cualquiera, no uno de otros
tantos... uno especial el más grande, el gobernador de todos.
Manejar todos los poderes existentes y por haber, y les controlara
como quien juega con un indefenso juguete. Su sueño podía llegar
a cumplirse, pero para eso era necesario seguir los pasos del
juego e forma delicada y
paciente, con paciencia pero hasta el final. “Hasta el final”
era la frase que usaba su padre antes de que lo abandonara y
dejara al cuidado de su madre y su abuelo. Además, tenía una
hermana de la cual nunca supo nada, ya que su madre
callaba cualquier información. Luego de que su padre
huyera de los altercados que tenía pendientes con los demás
magos, su madre se había vuelto fría y silenciosa, no saliendo más
de sus labios alguna palabra cariñosa para su pequeño hijo.
Akihiro no se consideraba pequeño, ahora que lo meditaba, había
sido suficientemente maduro al aceptar la separación de sus
familia y ni siquiera se alarmó cuando su madre se casó con
otro, resultando de esa unión unos inquietos mellizos. Que cuando
tenía la desgracia de verlos. Destrozaban sus nervios. Nunca había
tenido la delicadeza de tratar a otros, mucho menos niños.
—La
señorita Kuroda llega en la tarde–dijo Yamashita—¿Quieres
que vayamos a recogerla?
—Puedes
ir tú–respondió Akihiro rápidamente— Tengo que pasar a
noticiar a la Sra. Li.. Uf, ya no aguanto los deseos de ver su
rostro preocupado.
Soltó
una estruendosa carcajada a lo que Yamashita preguntó:
—¿Alguna
mala noticia?
—No...
pero en especial hay una–responde Akihiro sin parar de reír
Yamashita
no sabía mucho del Clan. Sólo que eran hechiceros y poseedores
de una gran fortuna (cosa que lo sabía toda China), pero de ahí
a querer saber detalles de los que consideraba “raros” no había
ninguna necesidad, ni curiosidad.
Al
llegar a su departamento, Akihiro bajó con su maleta y se despidió
de su amigo acordando la hora para la fiesta.
Lo
primero que hizo fue tomar una larga ducha, ya que le esperaba una
agotadora, pero por qué no decir, entretenida entrevista con
Ieran Li.
* *
* * *
Ya
no quedaban indicios del ambiente del día anterior. Todo había
desaparecido dando paso a la monotonía de siempre. Desnudando a
esos muebles de tan bellos coloridos de flores y apagándose las
luces de los candelabros que la noches anterior daban tanta gracia
al comedor.
—Muy
buenos días–saludó una voz familiar.
—Buenos
días–respondió ella volviéndose a la voz.
La
dama se sentó en la silla que se ubicaba en la punta, ella en
tanto corrió su silla y se ubicó en ella con un poco de duda en
sus movimientos.
—Apostaría
que todos los demás aún duermen...–le dijo la mujer con una
sonrisa— Si quieres podemos desayunar sin ellos.
—¡Oh,
no! ¡Por mí no hay problema en esperar!–dijo Sakura negando
con su cabeza.
Ieran
sonríe mirando con admiración a la muchachita.
—Kerberos...
¿también duerme?–dice luego la mujer observando hacia un lado
del comedor.
Sakura
baja un poco la vista.
—Bueno...
Pidió que le disculpara, pero quería quedarse en la habitación–respondió
con voz preocupada..
Kero
nunca se comportaba de esa manera. No comía nada desde ayer y hoy
se había levantado muy silencioso, sin deseos de hablar ni pedir
comida.
—¿No
han hablado nada?– inquiere Ieran algo sorprendida.
—¿Sobre
qué?
Parecióle
increíble el poco coraje del guardián. Lo creía un poco más
atrevido, pero en ese instante lo juzgó por la inocencia de
Sakura. Era mejor que no supiese nada... de lo contrario no se
prestaría para algo así, se veía en sus hermosos ojos, ningún
rastro de maldad o capacidad de mentir.
—Sobre...
La visita que recibiremos en los próximos días–le dice ella
con una sonrisa.
—¿visita?...
No, Kero no me ha dicho nada
Ieran
sonríe nuevamente y Fanren junto con Shiefa entran al comedor.
—Buenos
días–dicen ambas tomando lugar en sus respectivos lugares.
—Buenos
días–responde Sakura sonriendo.
—Ay
que linda... Hoy te despertaste temprano ¿Qué te pareció el
jardín? ¿Mi hermano te llevó a verlo?–dice Shiefa con una
gran sonrisa.
Sakura
asiente con su cabeza sonriendo.
—Es
muy lindo.
—¿Quién?
¿Mi hermano o el jardín?– pregunta Fanren con una sonrisa
maliciosa.
Sakura
se sonrojó un poco ante el comentario, a lo que responde que el
jardín.
—Fanren
que mala eres... La hiciste sonrojar–le reprocha Shiefa mirando
de reojo a su hermana, y luego sonriéndole a Sakura.
—¡Hola!–dice
otra voz, que es la de Fuutie.
—Buenos
días–responden los presentes a coro.
—¡Hola
Sakura? ¿Cómo amaneciste hoy?–pregunta Fuutie acariciándole
el cabello.
—Bien,
gracias–dice ella sonriendo un poco avergonzada.
Luego,
Feimei también apareció dando un largo bostezo.
—Muy
buenos días–dijo a todas y se sentó también.
Sakura
las contempló a las cuatro. Ellas comenzaron a hablar sobre lo
que harían hoy, algo relacionado a un paseo, que seguramente, era
lo que Ieran había dicho anoche.
—Muero
de hambre... Iré a buscar yo misma a Shaoran–refunfuñó Feimei
luego de otro bostezo.
El
desayuno no se serviría hasta que el último miembro de la
familia se sentara.
Y
al parecer, Shaoran no tenía apuro en aparecer.
Aún
estaba acostado en su cama, aunque ya despierto. Tenía su cabeza
tapada con la cobija, porque la luz de la ventana le entorpecía.
Sabía perfectamente la hora, y que estaban esperándolo a
desayunar, pero no tenía ánimos de bajar y verle la cara a su
madre, o a la odiosa niña japonesa.
—“¿Y
ahora por qué la odio? ¿Por saber que es la dueña de las cartas
que siempre soñé, serían mías?... En todo caso, creo que ella
debería odiarme más–pensó el chico–... No me explico la
cara que tendrá hoy, cuando su guardián le diga lo que planea mi
madre. ¿Y si se arrepiente? Ojalá y no acepte, al menos quedará
ella mal ante mi madre... Suena como cobardía, pero yo no quiero
desobedecerla, sé que lo hace por mí y mis hermanas... es la
excusa que siempre ha tenido.
Pero
y por qué ella... ¿Por qué no alguna otra chica que me han
presentado antes? ¿No sería más fácil pedir a una de las
chicas de los Clanes amigos? Sería más fácil y no le ocultaría
nada a nadie... Esa Kinomoto no tiene nada especial... Su
presencia no es tan poderosa, aunque tiene alto nivel mágico...
Quizás le falte practicar”
Shaoran
recordaba perfectamente a las Cartas Clow. La primera vez que oyó
de ella, fue de labios de su madre. Ella le relataba a él y a sus
hermanas con pausada voz, pero con un brillo enigmático en lo
ojos. Podía verse el mismo como aquella vez, con sorprendidos y
atentos ojos, su corazón acelerado por cada palabra que su madre
pronunciaba. Por su
cabeza pasaban tantas ideas, que eran infantiles y llenas de
esperanzas; podía verse ante esas cartas lanzando grandes
conjuros, volando por el cielo con alas tan blancas como la nieve,
o probar los sorprendentes poderes de fuego o agua, viento o
tierra. ¡Todas! Cómo había soñado poder verse rodeado de
ellas, creerles suyas, protegerlas así como ellas protegerían de
peligro... Y todo eso ‘fue sólo un sueño imposible? ¿Alguna
ilusión demasiado infantil, frustrada por una gran
responsabilidad? Qué vida aquella... Esa que había pasado tan
repentinamente y lo dejaba aturdido, perdido entre todo. Ese
conjunto de extrañas situaciones que se les llama vivencia, toda
una vida extraña, rodeada de magia, rodeada de clanes, y ahora de
prometidas...
Se
sentó en su cama y estiró sus brazos, luego de pestañar
repetidos veces ante la potente luz solar. Había pensado en
bajar, ya estaba sintiendo un vacío en el estómago y esta
empezaba a rugir por comida.
—Ni
hablar, tendré que bajar–se dijo molesto.
Rostros
de alivio vio en sus hermanas cuando apareció en el comedor.
—Buenos
días– saludó su madre con seriedad.
Shaoran
se sentó en su puesto de siempre con la cabeza gacha. No creía
que fuese correcto reaccionar de mala manera con su madre, pero
tampoco era correcto sonreírle.
Alzó
un poco su cabeza al sentir que era observado. ¿Ella? Sí, la
misma Sakura, quien al encontrarse con su ojos le sonrió
levemente.
¿Qué
podía hacer ahora? ¿Sonreírle también? ¿Con todo cinismo?
—¡Ay
que bien, tenía tanta hambre!–exclamó Shiefa intentando soltar
el tenso y callado comedor.
Los
platos de comida fueron repartidos, dando alguna razón al
muchacho para bajar la vista y no observar esos profundos ojos
esmeraldas.
—Creo
que hoy no podré salir al paseo que le prometí a la señorita
Kinomoto–dijo Ieran dirigiéndose a Sakura y después a sus
hijas—Pido disculpas y las dejaré a cargo a ustedes... Podrán
elegir el lugar.
—¡Que
tal si vamos al cine!–propuso Fuutie de inmediato—¡Hay una
película de terror buenísima!
Sakura
sintió un escalofrío por la espalda. Cruzó los dedos bajo la
mesa, pensando “no, no... otra idea... por favor”.
De
pequeña le había tenido miedo a los fantasmas, y ese temor en
parte era culpa de su hermano Touya. Él siempre le contaba
historias de fantasmas o hechos muy extraños, donde espíritus
volvían a la tierra, o se manifestaban de distintas maneras. Una
cobarde, era como ella se calificaba. Y eso, le llevaba a muchos
problemas... Tener que huir despavorida cuando su compañera y
amiga, Naoko comenzaba a contar historias de terror, o leyendas de
espíritus y monstruos; y cómo olvidar la captura de Espejo,
donde había huido creyendo que era un espíritu del bosque por su
presencia similar.
—Yo
preferiría otra cosa...–objetó Feimei luego de beber su
jugo— Como... un picnic.
Sakura
respiró aliviada al oír eso. Pero faltaba que las demás
aceptaran, por lo que sus dedos seguían cruzados.
De
vez en cuando, dirigía sus ojos a Li, pero él estaba silencioso
e intentaba no devolverle la mirada. No sabía como reaccionar
ante él... Sin querer le había sonreído cuando se sentó en la
mesa, pero no pensó en hacerlo... después de todo, la noche
anterior todo había sido muy confuso. Como si ese gentil y amable
chico botara su cartea y diera paso a un sarcástico y hostil
Shaoran, ese que se había prácticamente “reído” de ella,
quien se había auto nominado alguien capaz de tener las cartas
Clow... y no lo dudaba. ¡Pero qué coraje había sentido! ¡Tanto
descaro en creerse posible dueño de las cartas, después que ella
había arriesgado hasta su vida en capturarlas! Y si fuera su vida
qué... También había arriesgado hasta sus propios amigos, ya
que la mayoría de las veces, ellos tuvieron relación con las
cartas.
—Apoyo
la idea del picnic...–dijo Shiefa sonriente.
—Yo
también–dijo Fanren, para alivio de Sakura eran tres contra
una—Pero podemos ir a ver esa película de terror mañana.
Los
ojitos de Sakura se volvieron como los de Kero y su rostro se tornó
de un azul. Comenzó a temblar al imaginarse frente a la pantalla
gigante viendo imágenes terroríficas.
—“¡Hooooe!...
Bien... Tranquila... Uf, no te sirve de nada estar nerviosa, por
hoy sólo será un picnic...”–pensó sacudiendo su cabeza.
Las
hermanas ya habían decidido (con un voto nulo de Shaoran, y uno
de Sakura a favor del picnic) y lo milagroso, era que habían
evitado las riñas.
* * * * * *
Una
neblina brumosa y espesa, atisba el horizonte de la ciudad.
Los
transeúntes se abrigaban con grandes abrigos, gorros, bufandas,
todo lo que les fuera posible para evitar el frío que se
comenzaba a sentir.
Pero
lejos de todo el tráfico y la muchedumbre, una gran mansión se
eleva majestuosa en comparación con las otras dos que le rodean.
Tenía un amplio jardín, quizás no tan grande como se describe
el de casa de los Li, pero igualmente con una enigmática belleza
de cada flor que embobaría a cualquier amante de botánica, y
hasta las personas comunes.
En
uno de sus amplios ventanales, un rostro observa con grandes ojos
la neblina. Su expresión, aunque sea seria, refleja una persona
alegre y vivaz. Así también lo demuestran sus labios, que tienen
una inclinación a sonreír. Vestía con un grueso chaleco y una
larga bufanda.
—Qué
exagerada... No hace tanto frío como para andar como esquimal
dentro de la casa–dijo una vocecilla en la habitación.
La
mujer se volvió y sonriendo juguetona respondió:
—El
que tu no sientas frío, no quiere decir que otros no.
El
aludido se encogió de hombros y se dirigió a la ventan, junto
con la mujer.
—Oye,
pensé que hoy irías a trabajar
—Jaja...
Con este frío no salgo ni a la esquina– alegó ella sagaz— Qué
cosas dices Spi...
De
la cabecita del gatito negro, una venita surgió.
—¡No
me llames Spi!– chilló el guardián agitando furioso sus cortos
bracitos.
Nakuru
río luego, acurrucándose más en su bufanda.
—Con
que aquí estaban–dijo una voz desde la puerta.
Un
joven de cabello azul, y ojos del mismo tono cubiertos por unas
gafas, se adentró en la estancia con una sonrisa afable. Aunque
fuese prematuro dar una opinión de él, cualquiera que lo viera
notaría su simpatía y cordialidad, y también, esa enigmática
atmósfera que parecía envolver cada uno de sus sutiles ademanes.
Con
una sonrisa que parecía inundar de misterio sus labios, se acercó
a Nakuru.
—¿Por
qué tanto alboroto?–pregunta como si fuera un reproche, pero su
voz es tan serena como siempre.
—Eriol...
¡fue Nakuru la que empezó!– dijo el Spiner de inmediato.
La
mujer río un poco y luego mirando a su dueño contestó:
—Es
que Spi se enoja por todo... Es un gruñón
El
joven de cabellos azules le sonríe a ambos, pero sus guardianes
notan algo intranquilo en su semblante.
—¿Qué
pasa Eriol?–se atreve a preguntar Nakuru.
Él
parece dudar en responder, pero sabe que su silencio preocupará más
a sus guardianes.
—Me
enteré...–comenzó diciendo mirando por la ventana—Que el
Jefe de la Asamblea de magos irá a casa de los Li...
—¿Los
Li? ¿Se refiere al Clan de hechiceros de China?–pregunta Spiner
interesado.
—Claro...
Los descendientes de Clow–dice Eriol sonriendo— Sé que el
Jefe de la Asamblea, quiere ver a Li Shaoran... El hijo de Ieran.
Nakuru
puso su mano en su barbilla
y pensativa agregó:
—Si
no me equivoco, ¿es la jefa del Clan Li?
Eriol
afirmó silencioso y sus labios deshicieron la sonrisa de hace
poco.
—También
me enteré... Que Sakura está en su casa.
Los
ojos de Nakuru y de Spiner se abrieron a la mención del nombre de
la maestra de las cartas. La niña que habían conocido, y la cual
demostró tener grandes habilidades con la magia.
—¿Y
qué hace ella ahí?–pregunta Nakuru sin evitar sonreír al
recordar el rostro infantil y tierno de la japonesa.
Eriol
parece dubitativo. Muy pocas veces se le veía tan temeroso, tan
inseguro de sus propias palabras.
—No
lo sé... Pero espero que no sea... lo que creo–responde
sonriendo levemente.
Sus
guardianes intercambiaron miradas confundidas, y Eriol continuó
mirando la neblina.
Aquello
que temía, eran las intenciones de Ieran con la muchacha, puesto
que era sabido que el Clan Li había planeado preparar al joven
Shaoran para capturar las cartas o arrebatárselas a la Card
Captors como fuera. Sólo esperaba que ahora esas intenciones
fueran parte del pasado. Sakura no necesitaba más problemas de
los que él terminó de darle, hacía dos años.
* *
* * *
Aunque
no asumiera la satisfacción que a su estómago producía ese
bocado, Sakura sabía que su guardián había recibido gustoso el
alimento. Era un poco de te y galletas que había pedido a la
cocinera, quien sorprendida de ver a la visita en la cocina, le
dio todo y no preguntó si quiera, el por qué del pedido si ya
había desayunado.
—¿Qué
estás haciendo?–le pregunta al ver a la niña sacar un sombrero
de la maleta.
—Iremos
de picnic a un lugar que está cerca de aquí–respondió
sonriente— ¿Vendrás también?
Kero
alzó un poco la ceja y se quedó pensativo. No tenía ánimos de
ir, pero no permitiría dejar a su dueña sola y dejarla con ese
“mocoso”, sabiendo las intenciones de él y su madre.
—Sí,
también iré–contestó resolutivo y dejando la taza de té a un
lado.
Sakura
esbozó una sonrisa y mirándose al espejo, puso su sombrero en la
cabeza. También contempló su ropa, ya que en la mañana, una
criada le había ido a dejar más prendas, por cierto, todas muy
hermosas.
Tomó
su pequeña mochila y pidió a Kero que se ocultara en ella. El muñequito
no aceptó muy gustoso ya que lo encontraba innecesario. Todos en
la casa conocían de magia, pero a Sakura ,eso parecía no
importarle... Tener a Kero oculto en la mochila era una
costumbre...
Por
la gran mansión, las hermanas corrían haciendo los preparativos.
Wei también compartía sus carreras y las ayudaba a ordenar desde
la comida, hasta buscar la sombrilla perdida de Feimei.
Shaoran
se mantenía distante, con una prenda casual, como si fuera a
excursión o a cualquier parte, junto con una visera para el sol,
idea de sus hermanas. Leía un libro, que a juzgar por su
apariencia, no era de los que se encontraban en el despacho de
Ieran. Esos gruesos y de paginas percudidas... Al contrario, parecía
un libro común y corriente.
—¡Estoy
lista! –exclama Fanren con su sombrero de colores chillones y
con una cesta en la mano— Shaoran cambia esa cara... Parece que
fueras a un funeral antes que un picnic.
El
chico frunce el ceño y baja la vista al libro. Fanren sonríe y
menea la cabeza negativamente, al ver que no podrá lograr
entenderse con su hermanito menor.
—¡Sakura!
¿Ya estás lista?–dice al ver bajar a la chica japonesa.
—Sí–afirma
ella sonriendo— Eh... SI quieren puedo ayudar en algo
mientras...
—¡Ay
no, qué cosas dices!–dijo divertida la joven—Tú quédate
tranquila ya que eres nuestra visita.
Sakura
afirmó y vio a Fanren desaparecer en la cocina. Ella se encaminó
a la sala, donde la presencia de Li, no tardó en darse a conocer.
—Tiene
razón.. La visita debe estar tranquila–comentó él en tono irónico.
La
jovencita ignoró el comentario y se dirigió a la ventana de la
sala. No tenía ánimos de discutir con ese chico, ya que era una
casa ajena, y por muy mal que fuera su relación con él, no podía
hacer tal desatino al resto de la familia.
Kero
estaba dispuesto a salir en cuanto oyó la voz del chino, pero había
esperado un trato más cortes, como debía ser... Sin embargo, el
tono burlón del “mocoso” le hizo respirar un poco más
aliviado. Al menos Sakura no se fijaría en un tipo tan molesto
como él.
Las
cuatro hermanas cargaron todas las cosas a la limosina. Sakura
salió a ayudar, pero nuevamente se le fue negada la oportunidad.
No pudo ni siquiera ayudar a cargar la cesta de comida.
Cuando
ya todo estuvo guardado, esperaron unos breves minutos, hasta que
la última integrante se unió al paseo.
—Me
alegra que hayas venido Meiling–dijo Sakura al ver aparecer a la
prima de Shaoran.
—Jajaja...
Es que esto no me lo pierdo por nada–respondió ella riendo y
mirando de reojo a su primo, quien haciendo caso omiso, bajaba la
vista a su libro.
Notas:
Yaaaaa! ^ ^ no puedo seguir escribiendo más... Mis deditos están
congelados!! Hace mucho frío y no me kiero resfriar. Dedicado en
forma especial a Melissa por su apoyo, y Sofía k me sigue dando
ideas XD... su cerebro trabaja más a full k el mío, jeje ^.^
Comentarios
o cualkier duda a mi mail—> gabri_saku@hotmail.com
Hasta el prox. Cap!
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