Varios
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Una
tarde de picnic
Las
puertas se abrieron y los pasos firmes y decididos del hombre
penetraron la estancia. Un rostro serio, muy conocido, lo observó
largo rato, hasta que esbozó una de sus maliciosas sonrisas.
—Bien joven... Como nunca, a llegado puntual.
Debió contenerse las ganas de responder como le dictaba sus
instintos. Podía lanzarle algún improperio o reír frente a su
cara defendiéndose, pero el joven optó por disimular.
—Como debe ser señora.
La mujer giró su cabeza hacia el ventanal para ver el hermoso sol
reflejado en los vidrios cristalinos.
Extrañamente, a juzgar por su actitud, no se veía grado de
desesperación en los movimientos y expresiones de Ieran. Sonaba
tan engreída y mandona como siempre, y una rara sonrisa
victoriosa surcaba sus labios.
—Ahora puede decirme qué otros asuntos trataron en la reunión
esa–dijo la mujer con despectivo acento, como si cualquier
noticia no fuera capaz de alterar su estado anímico.
—Cosas de rutina–responde Akihiro— Tienen pensado expulsar a
Jefe del Clan Saito por entrometerse en la investigación que habían
dado al señor Zazushi, él por ahora, está siendo catalogado
como el mejor hechicero, ya que a averiguado muchas cosas sobre la
misión que le dio el Jefe de la Asamblea.
—Ya veo.. Es sobre las profecías de su Clan... Pero no es
nuestro asunto, espero que no haya opinado.
—No lo hice, no lo creí necesario. Sólo me dediqué a hablar
sobre el entrenamiento del joven Li y las altas probabilidades que
tiene para integrar la Asamblea.
Ieran dejó su irónica sonrisa y por fin Akihiro pudo ver su
rostro algo preocupado.
—También hablamos sobre la visita del Jefe de la
Asamblea–continuó diciendo el joven, observando gustoso la
expresión de Ieran.
La mujer se había puesto tensa al oír aquello. Había cierto
temor en que sus planes no resultaran exitosamente, pero ello no
podría revelárselo a nadie... Nadie podía considerarla débil y
desconfiada de sus propias decisiones.
—Será el próximo domingo ¿cierto?
—Sí señora–responde Akihiro– Está impaciente por ver a la
prometida del futuro Jefe del Clan.
Ieran se levanta de su asiento y con expresión enojada dice a su
ayudante: —¡Es el colmo! ¡Espero que todo lo que planeé
resulte o ese tipo no se quedará tranquilo!... Estoy arriesgando
a que el Clan me descubra...
—¿De qué habla señora?–se atrevió a preguntar el curioso
joven.
—¿De qué hablo?–repitió Ieran con mofa— ¡De la Card
Master! ¡La prometida de Shaoran hasta que todo esto termine y mi
hijo quede aceptado en esa Asamblea!
La señora Li se dejó caer en el asiento respirando agitada,
mientras Akihiro se mostraba confundido y muy sorprendido.
—¿Maestras de las Cartas? ¿Qué cartas?
—¡Qué inútil! –profirió ella exasperada— La señorita
Kinomoto... Sakura Kinomoto, la elegida por Kerberos para capturar
las Cartas de Lead Clow.
El joven ayudante abrió sus ojos. Su boca quedó semiabierta
algunos segundos, nunca hubiera pensado que las dueña de las
Cartas Clow llegara a estar en la casa de sus principales
enemigos, de quienes habían planeado muchos años quitarle la
cartas por creer que pertenecían sólo a los descendientes del
brujo Clow. Ahora resultaba que esa muchacha estaba conviviendo
con el enemigo y siendo presa fácil de Ieran y de su hijo.
—Debe ser muy poderosa para que la haya elegido...–dijo luego
de un breve rato.
La Jefa del Clan Li entrecerró sus ojos y bajó la vista.
—Claro que lo es... pero eso le servirá de mucho–susurró
suavemente.
Pidió a Akihiro que se retirase por que, según ella, tenía
otras cosas que hacer. Pero era silencio lo que necesitaba, quería
pensar en todo lo que tenía que hacer y en lo que tendría que
hacer su hijo.
* * * * * *
La flamante limosina se detuvo ante uno hermosos y amplios prados,
rodeados de florcillas que se asomaban por todos lados. El viento
soplaba cálido y sereno, como un arrullo despacito que Sakura
comparó con la voz de su madre cuando la oía en sueños.
El chofer ayudó a las hermanas Li a bajar todas las cosas, y
Meiling, Sakura y Shaoran, se dirigieron a buscar algún lugar
donde ubicarse.
—Aquí es muy tranquilo—dijo Sakura mirando hacia los árboles–
¿Cómo se llama?
—Le dicen Taiyooumi, antes era un campo natural pero poco a poco
comenzaron a comercializarlo–indicó Meiling caminando hacia
delante como la guía.
Llegaron a un puesto pequeño, donde un hombre robusto y de barba
los atendió.
Meiling dio el dinero y se encaminaron por los prados en busca de
alguna vacante... Sin embargo, parecía no ser el día correcto.
Todos estaba lleno y por más que buscaban no había un rincón
para ubicarse.
Cuando las hermanas se les unieron, Feimei aseguró hacer todo lo
posible para conseguir un espacio cómodo y con sombra.
No supieron que “modales” había usado, pero al poco rato en
encargado corrió a ubicarlos bajo un lugar apartado a los pies de
un frondoso árbol.
Sakura tuvo que sacar a Kero de la mochila, quien no estaba
dispuesto a perder de vista a Shaoran, y éste, al sentirse
observado por los ojillos negruzcos del guardián, respondía con
miradas asesinas que coalicionaban pareciendo lanzar chispas.
—¿Qué comeremos primero?–pregunta Fanren abriendo la cesta
de comida.
—¡Mi pastel! Hice un pastel de chocolate fenomenal–dijo
Shiefa sonriente y sacando una caja.
—¿Te gusta el chocolate, Sakura?–le pregunta Feimei, a lo que
ella afirma sonriendo—¡Qué bien, a Shaoran también le gusta!
Meiling observó a su primo, quien seguía en su lectura.
—Shaoran ¿vas comer libro o prefieres pastel?–pregunta
sonriendo burlonamente.
Él, levantó la vista y sintió que sus hermanas, Sakura, Meiling
y hasta el peluche lo miraban con detenimiento, como si fuera un
gran evento el que pronunciara alguna palabra.
—No–dijo simplemente y volviendo a su afanosa lectura.
—Es difícil... Pero hay que entenderlo–murmuró Fuutie al oído
de la pequeña Sakura.
Kero también tocó su porción de pastel, aunque no muy
convencido que fuera buena idea convivir con esa familia que
pretendía hacerle daño a su amiga Sakura. Ella se veía contenta
hablando con la niña de voz chillona (Meiling) y mientras el
“mocoso” no se le acercara todo estaría en orden.
“Más te vale que te quedes ahí mocoso”–pensaba mirando a
Shaoran, quien se había alejado un poco de las chicas—“No
permitiré que le hagan daño a Sakurita, soy su guardián y mi
deber es cuidarla”
Cuando ya no quedó rastro del pastel de Fuutie (Kero se había
encargado de comer hasta las migas), las hermanas conversaron
largo rato de asuntos sin importancia, hasta que Shiefa propuso
hacer algo divertido... como algún juego.
—No me miren a mí... No sé ningún juego–aclaró Fanren
cuando todas dirigieron sus ojos a ella.
—Mmmh... ¡Ya sé! ¡A las escondidas!–saltó Shiefa de
improviso– ¿Recuerdan cuando jugábamos a las escondidas cuando
pequeñas?
—¡Sí!–exclamó Feimei sonriendo— Recuerdo que Shaoran era
el último en aparecer porque siempre estaba arriba de los árboles–añadió
y todos rieron, a excepción del aludido.
—Pues entonces jugaremos a las escondidas–dijo Meiling
sonriendo y corriendo junto con Sakura cuando Fanren se preparaba
para contar.
Shaoran se mantuvo callado y apoyó su espalda en el grueso tronco
del árbol, observando como todas corrían a los arbustos y
matorrales, asomando luego sus ojos.
—¿Dónde quedó tu amabilidad de ayer, Shaoran?–preguntó
Fanren siguiendo apoyada con los ojos tapados como si contara.
El chico suspiró y dejó al fin el libro a un lado, tomando una
lata de refresco cercana.
—Pensé que serías así de amable con Sakura durante toda su
estadía, pero al parecer sólo lo eres delante de mi
madre–continuó diciendo Fanren con malicia y algo de reproche.
—¿Qué quieres decir?–preguntó él aburrido de tantos
rodeos.
—Quiero decir, que todo este asunto me parece falso y ridículo...
Hay algo que tú y mi madre planean contra Sakura y no creo que
sea algo bueno.... El papel de “caballerito atento” no te
viene hermano, todas sabemos que nunca te portarías tan galante
con una niña, porque sólo tienes a una chica en mente, y tus
sentimientos sólo son de odio y venganza, quieres vengarte del daño
que Sachiko te hizo.
En él se formó una expresión de dolor y apretó la lata con
fuerza.
—Yo nunca he querido vengarme de Sachiko, lo sabes... pero a ese
tal Manabu tuve ganas de...
—Shaoran–le interrumpió su hermana–Todo ese odio te está
haciendo daño. Piénsalo de esta manera... Eso sucedió hace
tiempo, Sachiko se fue, no está con ese Manabu, tu estás aquí...
en presencia de una chica excepcional ¿Piensas que ella merece
pagar por esto? ¿Crees que es correcto que la odies como a las
demás mujeres?... Haz que su estadía sea placentera, pero no
seas tan falso en tus sentimientos... Sakura es una niña buena y
no merece que mi madre o tú le hagan daño...Por tú bien, abre
los ojos y tu corazón–terminó diciendo con una sonrisa cálida,
para luego gritar— ¡¡¡Allá voy!!!
Fanren salió corriendo a buscar a las demás, no tardando en
pillar a Shiefa, con la cual armaron una discusión. Sakura y
Meiling aparecieron después con grandes sonrisas y salieron
huyendo de las dos hermanas.
—Nunca le haría daño a Sachiko... Aunque ella me haya
lastimado no le haría daño–pensó Shaoran contemplando a la
joven Kinomoto, quien corría riendo alegre y delicadamente,
pareciendo ese sonido como suaves trinos de pájaros.
* * * * *
La familia de la joven se mostraba muy feliz al verla sentada
junto a ellos comiendo, en el mismo sitio que ocupaba cuando pequeña,
cuando decía insistentemente que su asiento era al lado de su mamá.
Ahora parecía mucho más hermosa. Su cabello negro era un poco más
corto que antes, pero seguía peinándolo y manteniéndolo como
cuando pequeña; sus ojos seguían siendo de aquel azul pálido y
sus labios, aunque pequeños y delgados, no perdían la tonalidad
carmín.
Ella se mostraba más desenvuelta. Todas sus expresiones no eran
la de la niña callada, algo retraída, que cantaba y bailaba ante
ellos; ahora era toda una señorita, ya su sueño de ser artista
famosa estaba por cumplirse. ¡En pocos meses comenzarían las
conversaciones con el sello discográfico! El día en que ellos
habían descubierto su talento, fue el más feliz de su vida...
Ocurrió en pleno otoño, en Corea. Salió de la casa de su abuela
tan temprano como siempre. Por el camino, solía llevar su estéreo
y así entretenerse, el trayecto a la secundaria era largo y nunca
se acompañó de algún amigo.
Al llegar a la secundaria se dirigía a su salón, pero alguien la
detuvo.
—Kuroda, al fin te encuentro–dijo ésta respirando agitada.
—Buenos días Ukita–saludó con una sonrisa– ¿Qué te pasa?
Ella tomó una bocanada de aire y con una enorme sonrisa gritó:
—¡No te has enterado! ¡El profesor Date me lo dijo recién!
El profesor Date era el maestro que hacía clases en la escuela de
canto. Sachiko asistía los fines de semana junto con Ukita, ambas
tenían las voces más privilegiadas.
—¿Qué te dijo?
Los ojos de Ukita se volvieron brillantes y su sonrisa parecía no
caer en su cara.
—¡Estamos seleccionadas!–chilló abrazándola–¡Nos
escogieron para negociar con un sello discográfico! ¡Podremos
tener nuestras propias canciones!
Sachiko se quedó muda y sus ojos parecían estar inmóviles.
Ukita dejó de abrazarla y tronó sus dedos ante su cara, pero la
chica no se movía.
—Oye... Kuroda... Me estás preocupando–le dijo al verla que
seguía sin decir nada.
De pronto, los ojos de ella miraron atentos los de Ukita.
—¡¡¡SÍ!!–exclamó dado un gran brinco y lanzando lejos su
maletín.
Todos la miraron extrañados, pero nada importaba... Sólo
importaba ese contrato...
Pronto, muy pronto, la niña tímida y desprotegida que era en
primaria se transformaría en la más exitosa cantante.
—Nos alegra tanto que tu sueño se haya cumplido–dijo su madre
estrechando su mano.
—Aún no mamá–respondió sonriendo– No estaré satisfecha
hasta que la gente precie mi trabajo.
Su madre miró a su esposo quien le sonrió. Hacía tanto que no
veían a su hija que estaban dichosos de tenerla tan cerca. Cuando
terminó el 5° de primaria la mandaron a Corea con su abuela
paterna, ya que allí tendría muchas más posibilidades de
asistir a una escuela de canto de alto prestigio. Hacía dos
veranos, en las vacaciones, ella había venido a visitarlos.. pero
para ellos, esos años, habían favorecido mucho en el cambio de
la jovencita. Como dije antes, ya no era una niña...
Continuaron hablando sobre la abuela. Cuando ya el té había
acabado, Sachiko se ofreció a buscar más.
—Está hermosa–dijo su madre cuando se retiró.
—Claro... Es nuestra hija–contestó el padre sonriendo
orgulloso.
—¿Le darás permiso para la fiesta que dijo?
El hombre peina con sus dedos el bigote, pensativo.
—Creo que sí, pero yo mismo iré a dejarla y en cuanto den las
once iré por ella
—Ay amor, no seas así con ella, está grande... Puede quedarse
unas horas más–le dice su mujer con acento cariñoso.
El hombre frunce un poco el ceño, y vuelve a su semblante
pensativo.
—Aquí está el té–dijo Sachiko depositando una bandeja con
una pequeña tetera.
—Mmh... Hija, ¿de quién es la fiesta a la que te
invitaron?–pregunta el padre mientras la hija comienza a servir.
—Ah, es de un amigo–dice ella sonriendo apenada al
recordarlo– Lo que pasa, es que es una fiesta de bienvenida...
La madre le sonríe y contempla a su marido, quien sigue dudoso.
—¿Me dejarás ir papá?–pregunta ella con una adorable
sonrisa que conmovió el corazón del hombre.
—¡Por supuesto! ¡Lo que quiera mi pequeña!–exclamó
acariciando la cabeza de la joven.
Sachiko sonrió y luego de servir, hizo una reverencia.
—Me voy a preparar mientras... ¡Oh, lo olvidaba, también tengo
que desempacar!.
—No seas tan apurona... ¡Falta mucho para la tarde!–le dice
la madre.
Ella suspira y un poco sonrojada dice:
—Ay mamá... Tu no sabes lo importante que es para mí esta
tarde.
Luego, se retiró corriendo a su habitación, donde no se volvió
a ver.
* * * * *
Un largo quejido se dejó oír y Sakura sólo pudo sonreír
nuevamente.
—Eso debe quedarte de enseñanza Fuutie... No puedes andar
corriendo como en tu juventud–dice Fanren con una sonrisa.
—¿¡Insinúas que estoy vieja?!–exclamó ella con enojo, pero
con sus ojos llorosos.
—Lo que pasa es que Fuutie comió mucho pastel y su estómago no
resistió todas las persecuciones–opinó Shiefa riendo.
Las demás chicas sonrieron y Fuutie dirigió una mirada de reojo
a Shiefa.
Después de las carreras que habían tenido, Fuutie había quedado
exhausta, y con un gran malestar estomacal. Fue por eso, que todas
lo atribuyeron a su mala condición física, y en parte estaban en
lo cierto. La joven casi nunca hacía ejercicios, y de todos los
presentes, era la que más había comido pastel (no contaremos a
Kerberos, ya que él no había corrido, sólo había reposado
dentro de la mochila de Sakura)
—Bueno, será mejor que vayamos por algún remedio–dijo
Meiling parándose.
—Sí, Meiling tiene razón–apoyó Fanren–Vamos Fuutie.
La enferma contempló la mano que su hermana le ofrecía para
pararse, pero no tardó en reclamar.
—Ey, y ¿por qué se supone que tengo que ir? ¡Soy la
enferma!–dice ella cruzando sus brazos molesta.
Shiefa también se para y toma a Fuutie de la mano con la ayuda de
Fanren.
—Mejor te llevaremos a la enfermería que está cerca, no
tardaremos nada–dice resolutiva y tomando el sombrero de su
hermana.
—¿Irán ustedes? ¿Y yo qué?–dice Feimei un poco molesta al
ver a las hermanas caminar a la limosina.
Shiefa se vuelve con expresión seria.
—Debes cuidar de Meiling, Sakura y Shaoran mientras volvemos.
Feimei baja la cabeza. Sus hermanas se ponen en marcha y ella
sigue mirando todo con cara de pocos amigos.
Sakura mira preocupada el espectáculo. No pensó que todo fuera
tan grave y ahora Fuutie fuera a parar a una enfermería.
—Bueno niños, ¡arriba esos ánimos que continúa el
picnic!–dice Feimei luego de suspirar entrecortadamente.
—¿Y qué haremos ahora?–pregunta Meiling.
—Mmh... Lo primero es ir a buscar más bebidas–susurra
Feimei– Tu me acompañarás Meiling, hay un negocio donde
compramos las entradas–propone la joven tomando su sombrero.
—Está bien–dijo sonriente y mirando de reojo a Sakura– ¿No
te molestará quedarse solos un rato?–preguntó en un murmullo a
lo que Sakura negó con la cabeza, no comprendiendo bien el
sentido que Meiling daba a la pregunta.
—Pues bien, ¡en marcha!–dijo Feimei encaminándose seguida de
Meiling.
—Espero que Fuutie esté bien–murmuró sentándose otra vez.
Abrió su mochila y al ver a su guardián dormido, sonrió y volvió
a cerrarla con cuidado.
Se sintió un poco sola, por lo que se atrevió a examinar donde
se encontraba el que supuestamente debería estar acompañándola.
Pero el chico no estaba por ningún lado.
—Que raro... Juraría que hace poco estaba ahí–dijo pensativa
e indicando el lugar con su índice– Ni hablar, él es muy
raro–terminó diciendo encogiéndose de hombros y sentándose
otra vez.
Desde arriba, Li la miró con recelo. ¿Pensaba que él era raro?
Bueno, no la culpaba, la gran mayoría creía que era raro por su
manera fría y despreocupada de actuar, pero era esas personas que
no alcanzaban a conocerlo, porque aparte de todo, él nunca se
mostraría.
Comenzaba a soplar un viento más fresco. Sakura estuvo inmóvil,
pensativa, durante mucho rato. No sabía si estar feliz, o estar
triste... Se sentía extraña, desde que había llegado a Hong
Kong algo raro le pasaba. Quería sonreír, pero no ahora... Se
sintió sola. Sentía todo vacío, Kero dormía, Meiling y Feimei
no llegaban, tampoco aparecían las hermanas restantes... incluso
Shaoran no estaba.
—“Sakura, estás sola... Lo que pensaste sería una tarde
divertida, al parecer ya pasó”–pensó, intentando encontrar
algo de humor en sus reflexiones—“Heme aquí... Sola, viendo
ante mí grandes y lejanas praderas, veo personas... Allá veo niños...
Allá creo que hay señores conversando... Allá están jugando
con una pelota... ¡Oh! Ahí lejos, veo un perro correr... Y ahí...”–la
muchacha detuvo sus pensamientos al ver una muchacha correr hacia
ella. Era una niña pequeña, que podría tener unos cinco años,
en sus cabellos dorados resaltaban dos trenzas, y corría tras un
sombrero.
Cuando Sakura creía que ya llegaría adonde se encontraba, la niña
dobló, siguiendo a su sombrero quien impulsado por una nueva
corriente de aire, se escapó a otro lado.
—¡Mi sombrero!–chillaba corriendo y estirando su mano para
alcanzarlo.
La joven se levantó decidida a ir a ayudar. También corrió a
buscarlo, pero ya el travieso, había subido a lo alto de un árbol
y se había enganchado a una rama.
—Ay no... Lo perdí–se quejó la muchachuela comenzando a
llorar.
—No te preocupes, lo sacaré–le tranquiliza Sakura con una
sonrisa– Árbol, no serás un obstáculo para que alcance ese
sombrero–dijo con tañido de héroe, haciendo reír a la niña.
Al escuchar esas palabras, Li bajó la vista.
“¿Qué rayos pretende hacer?”–pensó observando como Sakura
se ingeniaba para escalar el tronco del árbol vecino, y una niña
de abajo le alentaba.
“Hoooe... Está muy alto”–pensó cuando ya había alcanzado
la última rama–“Sería mucho más fácil con las cartas, pero
aquí no puedo usarlas... Ayyy, no mires abajo”
La joven estiró su brazo hacia el sombrero, pero parecía muy
lejos. No lo pensó dos veces, y siguió gateando por la gruesa
rama, es cuya punta reposaba el condenado objeto.
Otra vez, estiró su brazo, y los dedos al fin palparon el
sombrero, a lo que la niña gritó: ¡Lo tienes! ¡Viva!
Sakura sonrió apenada, pero necesitaba tomarlo, por lo que se
deslizó un poco más por la rama.
“Un poco más...”–pensó estirando más el brazo y al fin,
agarrándolo– ¡Lo tengo!–exclamó sonriente, pero justo en
ese momento la rama tembló.
Li caminó hacia la niña de trenzas, quien súbitamente cubrió
sus ojos con sus manitas.
—¿Qué pasa?–preguntó Shaoran, a lo que ella indicó la cima
del árbol.
Se oyó un “crack” y un grito antes de que Li pudiera elevar
la vista.
—¡¡¡AAAAHHHH!!!
Una gran gota recorrió la nuca del joven, y antes de que pudiera
reaccionar, Sakura cayó sobre él.
Ambos jóvenes permanecieron mareados, pero Sakura se intentó
levantarse primero.
—A... Aquí está tu som-sombrero–dijo a la niña, viendo todo
girar a su alrededor.
—¡Muchas gracias!–exclamó ella alcanzando a abrazar sólo
las piernas de la joven–Toma, es por ayudarme–dijo dando a
Sakura, lo que parecía ser una pastilla.
Sakura se despidió haciendo señas con la mano e intentando
mantener el equilibrio.
—Li, lo siento–dijo ofreciendo su mano al chico que continuaba
tocándose la adolorida cabeza.
—¿Por qué no me avisaste cuando caías?–preguntó él aún
sintiendo su cabeza aturdida.
Sakura río un poco, mientras el muchacho se levantaba por su
propia cuenta.
—Mejor no hubiera bajado–masculló pasando su mano por su
manga para quitarse el polvo.
—¿Dónde estabas?
—Arriba de ese árbol–respondió él indicando el árbol
vecino.
—Debí suponerlo por lo que dijo Feimei–sonrió la joven tocándose
la cabeza.
Li comenzó a caminar hacia el lugar y Sakura lo siguió
silenciosa, contemplando el dulce que la muchacha le había dado
como agradecimiento.
—Oye Li–dijo al joven, a lo que él se volvió con su seriedad
de siempre– Toma–dijo estirándole el dulce.
Él miró primero el dulce y luego a la chica, quién sonreía con
toda naturalidad.
—¿Y por qué me lo das?–preguntó elevando una ceja.
—Agradecimiento–dijo ella sin dejar de sonreír– Gracias por
amortiguar mi caída.
Por las cabezas de ambos salieron grandes gotas.
Shaoran no dijo nada y recibió el caramelo. Sakura seguía
sonriendo, por lo que no entendía la razón que tenía. Las
palabras de Fanren comenzaban a cobrar sentido... Ella era una niña
buena, quizás demasiado.
—¡Sakura, Shaoran!–gritó la voz de Meiling quien apareció
junto con Feimei.
—Meiling, qué bueno que llegaron–dijo Sakura sonriendo– ¿Y
qué pasó con las bebidas?
—Oh, tuvimos mala suerte y ya se habían acabado–dijo Feimei
encogiéndose de hombros
—¿Y por qué tardaron tanto?–preguntó Shaoran con una extraña
expresión de serenidad.
Meiling río y Feimei trató de contenerse, diciendo:— Nos
entretuvimos viendo un espectáculo muy gracioso.
Sakura y Li no comprendieron, y mucho menos cuando las dos rieron
a carcajadas.
—Jajaja... Ay... Será mejor que ordenemos todo... Ya se está
haciendo tarde–dijo Feimei arrastrando a Shaoran del brazo.
Meiling continuaba riendo y Sakura sólo la miraba confundida.
—¿Y... No pasó nada malo?–preguntó la niña china tomándose
la panza luego de haber reído.
—¿Malo?–repitió la japonesa.
—Jajaja... Me refiero a la caíd... Jajaja... Olvídalo–dijo
Meiling comenzando a caminar.
Cuando todo estuvo listo, la limosina apareció. Fanren era la única
que había llegado, y con un poco de cansancio ayudó al chofer a
subir las cosas al auto.
—¿Cómo está Fuutie?–preguntó Sakura cuando la vio bajar.
—Está bien–dijo la joven con despreocupación– Sólo estaba
cansada y se quedó dormida, la llevamos a casa y Shiefa se quedó
junto a ella.
—Que bueno...–suspiró Sakura sonriendo más aliviada.
Todos respiraron más tranquilos, sobretodo Feimei.
Se hacía tarde, y el cielo se volvió anaranjado con tonalidades
violetas. Sakura miraba pensativa desde el vidrio de la ventana de
la limosina. Los atardeceres le recordaban tanto a Tomoeda. Sonaba
gracioso, pero ya comenzaba a extrañar las calles, el parque Pingüino,
hasta la secundaria.
En la mochila, algo se movió.
—Mmh... ¿Dónde estamos?–preguntó Kero asomando su cabeza.
—Es el peluche... Es cierto, no nos has contado nada de él–dijo
Meiling, que estaba junto a Sakura.
—Su nombre es Kero...–Sakura notó que su guardián había
fruncido el ceño– Perdón, su nombre es Kerberos.
Meiling acercó su rostro al guardián.
—Es increíble que eso sea la bestia que protegía el sello del
libro–murmuró Shaoran detrás de su libro– Parece un muñeco.
Una gran vena se marcó en la frente del pequeño. Iba a saltar
hacia Li, pero Sakura lo detuvo de la cola.
—Kero, compórtate–le recriminó sonriendo nerviosa.
—¡Para que sepas mocoso, ésta es mi identidad falsa!–se
defendió el muñequito con calor.
Fanren, quien había estado silenciosa habló sonriente.
—Pues sí que es raro, pero estoy segura que Kerberos y su dueña
no tendrán problemas en mostrarnos sus poderes.
Sakura se sonrojó un poco, mientras Kero saltaba afirmando
decidido.
—¡Pues verán el gran poder de Sakurita y el mío!–gritó él
decidido– Jajajaja.
Sakura se sonrojó más y una gotita deslizó por su cabeza. Los
demás fijaron sus ojos en el guardián, luego pestañando muchas
veces.
—Habrá que verlo–murmuró Meiling sonriendo.
El viaje siguió tranquilo (si es que se le puede llamar así),
Kero no habló más, sólo con Sakura sobre el pastel y el hambre
que le estaba dando otra vez. Shaoran continuó con la lectura del
libro, Fanren estaba a su lado arreglándose las uñas y Meiling
bostezaba con aburrimiento, no encontrando nada mejor que jugar
con su cabello.
Al llegar ya a la mansión, Sakura y Meiling se dirigieron a la
habitación de Feimei. Estaba dormida, y Shiefa estaba a su lado
leyendo una revista. Sakura se retiró primero, ya que su guardián
no paraba de hablar en voz alta, repitiendo siempre lo mismo
“tengo hambre”, “quiero comida”, “no recuerdo la última
vez que comí”: Siempre esas estrategias servían...
—Fue un lindo paseo–dijo Sakura recostándose la cama.
—Yo no recuerdo nada después que comí– regañó Kero
estirando sus brazos.
—Te dormiste, y no despertaste hasta que veníamos de vuelta.
—¿Comieron algo luego de que me dormí?–preguntó él mirando
de reojo.
Sakura río y luego negó con la cabeza.
Kero también se recostó en la cama.
—Oye Kero...–dijo Sakura repentinamente sentándose.
—¿Qué?
—No te lo había dicho, pero ayer en la noche Li me
dijo...–Sakura iba a continuar pero Kero saltó enseguida,
mirando con una expresión ceñuda.
—¡¿Hablaste con ese mocoso?!
—Bueno... sí–respondió Sakura titubeante– ¿Qué tiene de
malo?
—¿Qué te dijo?
Sakura volvió sus ojos a la ventana, dando paso a una expresión
preocupada.
—Dijo que él iba a ir a quitarme las cartas... Pero le
surgieron otros problemas, por eso se quedó en Hong
Kong...–respondió pensativa.
El guardián de las cartas bajó su cabeza para disimular su
turbación. No quería preocupar a Sakura, si ella se enterara de
que ese Clan pretendía quitarle sus cartas, sería peor para
todos. Ieran podría cobrar su palabra.
—¿Tu sabías que el Clan Li quería las cartas?–preguntó
Sakura luego de un silencio.
—Eh...Mmh... Bueno... –Kero río nervioso e hizo un ademán
despreciativo– No debes preocuparte por eso, las cartas ya son
tuyas y el Clan Li no está interesado en ellas...
—Lo sé... –dijo Sakura sonriendo–Sólo estaba pensando...
¿No hubiese sido mejor que Li se quedará con las cartas?
—¡¡¡Por supuesto que no!!!–exclamó Kero con enojo.
Una gotita recorrió la cabeza de la joven, mientras intentaba
calmar el ataque de furia de su pequeño guardián.
Mientras tanto, en la habitación de al lado, Shaoran practicaba
con su espada. La mayoría de las veces escogía las noches para
hacer esa actividad, el resto del día era muy difícil tener
tiempo, y a esa hora todo era más silencioso.
—Shaoran, no olvides bajar para la cena– le gritó Shiefa tras
la puerta.
Él no dijo nada y tiró su espada en la cama.
—Esta semana será la más larga de toda mi vida–se dijo con
ironía y caminando malhumorado a buscar ropa adecuada.
Cuando se sacó la camisa, el caramelo que Sakura le había dado
rodó por el suelo.
La imagen de la jovencita sonriendo se le vino a la cabeza.
—No se merece esto...–susurró recogiendo el dulce y contemplándolo
con tristeza– Aunque no me simpatice, no se lo merece–agregó
luego dejando el caramelo en su escritorio.
La cena fue muy diferente a la noche anterior.
En primer lugar, Kero se había hecho presente, y estaba sentado
al lado de su dueña, con una hilera de gruesos libros para
alcanzar la mesa. Sakura no parecía tan nerviosa como el día de
ayer, estaba más tranquila al conocer más a la hermanas,
Meiling, y hasta el mismo Shaoran... Tal vez no lo conocía mucho,
pero creía que lo correcto sería dejar que el tiempo pasara. Al
menos en el picnic no se mostró grosero, eso podría ser un
avance.
Fuutie bajó a comer con una gran sonrisa. Aseguraba que el dolor
había pasado y que podría comer cualquier cosa, hasta el postre.
Ieran, estuvo muy callada, evitando todas las miradas, y sólo
sonriendo cuando Sakura hablaba con Meiling.
Fue algo extraño no oir conversaciones de la noche anterior, pero
Sakura intentó permanecer con una sonrisa y prestando oídos a
las descripciones que Meiling le hacía del resto de la ciudad.
—¿Y mañana dónde iremos?–preguntó Meiling a las hermanas.
—Mmh.. Me temo que yo no podré asistir, tengo que juntarme con
una amigas–dijo Fanren.
—Yo tampoco puedo, Shiefa insiste en que vaya donde su amiga que
hace remedios con hierbas–dice Fuutie mirando de reojo a su
hermana, quien sonríe astutamente.
—Yo también estaré ocupada, quedé de ir a casa de Meiling
para ayudar a la tía con sus quehaceres– terminó diciendo
Feimei.
Meiling lazó un resoplo.
—Bueno, ya se nos ocurrirá algo–opinó Meiling, sonriendo a
Sakura.
Kero en tanto siguió vigilando de cerca al “mocoso”, no
permitiendo que alzara el rostro para ver a Sakura. Sin embargo,
sabía que necesitaba hablar con ese niño, para poder llegar a
algún acuerdo que no comprometiera a Sakura ni a las cartas.
Notas:
^.^U uuf, terminé =) al menos va un cap. menos^^ Muchas gracias a
Melissa de nuevo, y a Karla =D k no se olvidan de escribirme.
_ Jejeje, hice volver a Sachiko ^^ probaremos k tanto la a
olvidado nuestro amiguillo Shaoran, acaso habrá otro S+S??? O.O
espero k no.
Y... Lo de siempre... Comentarios, dudas, sugerencias, ideas a mi
mail —> gabri_saku@hotmail.com Nos vemos en el otro cap! ^. ~
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