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Varios >> Fans >> Fan fics >> Mi falso compromiso

 El adiós de Yukito.

El rostro de la mujer se torna furioso al escuchar por el auricular la voz del joven que ya estaba haciendo agotar su paciencia...

No podía aceptar que un hombre tan inmaduro fuese su “mano derecha” en esos instantes, esos instantes tan importantes y tan decisivos. 

Pero no podía hacer nada, ya que todo el Clan había estado de acuerdo con la nominación, cosa que le dejaba muy pocos pretextos para negarse. Le gustaba escuchar y obedecer a la mayoría, y eso era lo que la hacía ser respetada y a la vez cuestionada.

Con un evidente tono irritado comienza a hablar.

—Espero que sean buenas noticias joven Akihiro...– comenzó diciendo— Llevo horas esperando su llamada.

—Señora Li, mis sinceras disculpas... Las cosas no han estado del todo positivas– contestó el joven sonriendo con ironía.

Ieran dejó escapar un resoplo.

—Lo mismo de siempre joven... Sólo dígame lo que quiero saber.

—Señora, esta junta a sido un completo desastre y usted sabe a qué se debe– dijo Akihiro.

La mujer miró a los alrededores asegurándose de que nadie está cerca.

—¿Sobre mi hijo?– pregunta preocupada.

—Sí... Fue el tema principal de la junta, el jefe de la asamblea quiere verlo

—¿Qué?– se sorprendió Ieran— ¿Para qué?

—Quiere hablar con él, no nos dijo de qué, pero usted debe saber que lo que quiere es medir sus “habilidades”– respondió sonriendo.

El rostro de la madre se iluminó de alegría.

—¿Quiere decir que lo van aceptar?

—No lo sé señora... Pero hay algo más...

—¿Qué?

Akihiro sonríe con sarcasmo.

—Quieren conocer a la prometida del joven Li

Los ojos miel de la mujer se abren repentinamente. Mira hacia todos los lados muy nerviosa.

—¿Cuándo vendrá?

—En una semana.

Por su mente pasan muchas ideas... ¿Cómo encontrar a una novia para su hijo en tan poco tiempo? Habían millones de mujeres en el mundo, pero no habían millones con magia.

—Señora debo despedirme, volveré en dos días... Hasta luego– se despide el joven.

La mujer no respondió y se dejó caer en una silla cercana.

Sabía que tarde o temprano el Jefe de la Asamblea de magos vendría a conocer a su hijo.

Lo sabía y nunca se había preocupado de ello.

Ahora tendría que encontrar a una muchacha que estuviese dispuesta a un compromiso... Pero... Shaoran no podía comprometerse aún.

No hasta que los miembros del Clan decidan que sea el jefe. Entonces, no podría comprometerse...

—¿Cómo lo haré? ¿Cómo lo haré?– se preguntaba la mujer con su mano apoyada en la frente.

¿Y si convenciera a los del Clan que ya era hora de que su hijo asumiera tan importante cargo? No... Era estúpido pensar que aceptarían. Consideraban que Shaoran tenía muchas habilidades, pero faltaba mucho para que se desarrollara como un gran hechicero.

Paseándose nerviosa, la mujer continuó en su meditación.

De pronto, se detuvo a observar un portarretrato cerca del teléfono.

—Él llegará a ser como tú... Ya verás...– susurró sonriendo a su difunto esposo.

Unas voces se acercaban al lugar. Ieran alcanzó a devolver el portarretratos a su lugar, y quedarse quieta.

—¿Madre? ¿Qué hacías aquí?– pregunta una de las jóvenes que acababan de aparecer.

—Acababa de hablar por teléfono, Fanren– dijo evitando la mirada de las cuatro.

—Ah... Bueno, veníamos a pedirte un favor– comenzó diciendo Fuutie con gesto tímido.

Ieran parece recobrar la compostura al oír eso de “favores”.

—Verás madre, se trata de Shaoran–siguió diciendo Shiefa, otra de las hermanas.

La mujer suspira al recordar lo que acababa de decirle Akihiro.

—No sigan... Sé que quieren invitar a otra muchacha a cenar– decía la mujer sonriendo complacida ante la preocupación de sus hijas.

Las cuatro asintieron con las cabezas sonriendo.

—Muy bien, estoy de acuerdo... pero esta vez, yo buscaré a esa muchacha– les dijo guiñando el ojo con una sonrisa de complicidad.

Las hermanas sonrieron aliviadas y salieron por la puerta muy rápidamente.

¿Qué le estaba pasando a su madre? Era la pregunta que las cuatro tenían en mente. Ninguna se imaginaba el momento en que su madre se había vuelto partidaria de las cenas que organizaban para que Shaoran conociera más gente.

Aún así, ninguna hizo comentario. Salieron felices a buscar un libro para ver el platillo especial para mañana, y por qué no, luego, comprar un bonito vestido.

 

 

Un pequeño animalito cargaba una gran cesta con ropa.

Su diminuto cuerpo apenas podía con tamaño objeto, pero todo era por conseguir un postre para la cena.

Poco a poco fue lanzando la ropa a la lavadora, y cuando hubo terminado presionó en botón de encendido. El aparato comenzó a moverse y añadió una gran cantidad de detergente.

Luego salió del lugar y agitando sus alitas, voló hacia la habitación de su ama.

—Terminé todo mi trabajo, así que esperaré mi postre– dijo sobándose la pancita recostado en un cojín.

Unos pasos en la escalera se oyeron y la puerta de la habitación se abrió rápidamente.

La hermosa chica que acababa de entrar dejó su maletín en el escritorio y se extendió en la cama luego de un largo suspiro.

Sus ojos verdes comenzaban a cerrarse. Estaba agotadísima, los últimos días antes de las vacaciones eran verdaderamente una tortura.

—Terminé todo lo que me encargaste– dijo el animalito amarillo flotando a su lado.

—Gracias Kero... –respondió ella sonriendo y luego comenzando a cerrar sus ojos.

—¡Hey, recuerda que debes hacer la cena!– chilló Kero golpeándole la cabeza.

La muchacha emitió un quejido y se levantó mecánicamente.

Sacó una falda y una blusa de su armario, mientras el guardián entraba a un cajón del escritorio para buscar su calendario.

—Mmh... hoy es viernes y me toca comer flan– dijo el guardián examinando un pequeño calendario pegado en su cajón.

Sakura afirmó con la cabeza y salió de la habitación bostezando.

No había nadie en casa. Su padre estaba en la universidad dando sus clases, y su hermano en el trabajo que realizaba en su tiempo libre.

Al menos no estaba sola. Kero era muy buena compañía en todo momento, a excepción cuando comenzaba a hablar sobre...

—Ayer no practicaste nada ¿verdad?

—Kero, llegué cansada de la secundaria– dijo la chica sacando una sartén.

—Aún así, te he dicho que los hechizos que te he enseñado te sirven como defensa en cualquier ocasión– profirió molesto el peluchito.

—Bien, tú ganas, mañana practicaré– dice ella sonriendo intentando calmarlo.

El muñequito amarillo no parece satisfecho, pero intenta aceptarlo. Sakura se estaba esforzando mucho, a pesar que llevaba un año conviviendo con “sus cartas” estaba dando su mejor esfuerzo.

Después de todo, el capturar las cartas y luego transformarlas en cartas Sakura, no había sido una tarea muy sencilla. Y sobretodo el capturarlas sola, ya que él muy pocas veces podía aportar ayuda. Estaba siempre con su apariencia de muñeco y como Sakura había  capturado a Tierra y Fuego cuando ya estaba cerca el Juicio Final, no había podido intervenir en las apariciones que las cartas Clow hacían.

Tantas noches que hubo que salir a escondidas, tantos agotadores días en que Sakura llegaba de la practica de las porristas y debía ir a capturar una carta.

Al menos, ese sacrificio se había recompensado. Kerberos se sentía más que orgulloso al haber elegido a una Card Captors excepcional.

 

Sakura continuaba rebanando una zanahoria. Estaba cansada y contaba los minutos para poder irse a dormir.

—Kero ¿puedes poner los platos mientras termino?– pregunta sonriendo a su guardián.

—De acuerdo– respondió el muñequito volando hacia el mueble donde guardaban el servicio.

—Debes poner uno más– recordó Sakura.

El muñequito frunció la ceja.

—¿Quién vendrá?

Sakura sonríe ampliamente con un leve rubor en sus mejillas.

—Yukito....

Kero pone cana de pocos amigos. Desde que sabía que Yukito era la identidad falsa de Yue, no le agradaba verlo sentado a la mesa, comiendo todas la comida que pudiera resistir su estómago (y sí que resistía mucha)

—Mmh, entonces voy a hablar con Yue sobre tu entrenamiento– dijo Kero volando con un plato hacia la mesa.

A Sakura le surgieron muchas gotitas.

—¿A- A Yue?– repitió sonriendo nerviosa— Es mejor que no le digas...

—Debo decirle lo irresponsable que has sido en tu entrenamiento— decía el guardián mirándola con una sonrisa burlona. A Sakura no le gustaba quedar mal ante Yue.

—Pero, si te prometí que mañana practicaríamos– le dice la chica intentando parecer convincente.

El pequeño menea su redonda cabeza negativamente.

—Recuerda que Eriol dijo que ahora que posees las cartas y los guardianes, tienes el deber...

—...de cumplir con mi labor de hechicera y eso implica una gran responsabilidad– terminó diciendo Sakura con la voz elevada.

Kerberos asiente con su cabeza con su gracioso rostro serio.

—Bien, prometo practicar mañana, pero no le digas a Yue sobre esto– dijo Sakura con expresión suplicante.

—Bueno, ¡pero si no cumples tu promesa Yue se enterará!– adivirtió  el guardián en tono meloso.

 

Sakura sonrió mientras terminaba de ordenar la mesa.

El timbre no tardó en sonar...

—¡Ya voy!– dijo Sakura corriendo felizmente hacia la puerta.

—Si sigues corriendo así por la casa la derrumbarás monstruo...– dijo Touya sacándose sus zapatos y poniéndose sus comodas pantuflas.

Sakura estuvo a punto de aprovechar la oportunidad de pisar su indefenso pie, pero una tranquilizadora voz habló.

—Hola Sakura– dijo Yukito sonriendo.

El rostro de la niña se tiñó de un suave rojo y dijo alegremente.

—¡Hola Yukito! Pasa por favor... – decía sonriendo nerviosa.

—¿Qué hay de cenar?–preguntó su hermano entrando a la cocina.

Kero sintió unos pasos y su cabeza se movió de una lado a otro, buscando el escondite más cercano... Pero era tarde, Touya ya había entrado a la cocina y se dirigía a la mesa.

Al pobre Kero, no le quedó otra que hacerse pasar por un peluche.

Touya miró por mucho rato al guardián. Era obvio que el hermano de Sakura notaba algo extraño en ese peculiar peluche...

—“Deja de mirarme... ¿Qué tanto miras”– pensaba Kero intentando no moverse ante la mirada examinadora del joven.

Sakura entró a la cocina junto con Yukito.

Una gran gota salió de su cabeza al notar que su hermano miraba a Kero.

—¿Qué sucede Touya?– le pregunta Yukito.

El joven Kinomoto toma al muñeco de la cola y sin dejar de mirarlo dice a su hermana:

—¿Por qué tenías a este horrible muñeco en la mesa?– le reprocha el joven acercando el peluche a la niña.

 

Sakura ríe fingidamente y toma a Kero, al cual nota que se ha enfadado.

—Jajaja, lo traje para no sentirme tan sola en la cocina... Regreso enseguida– dijo corriendo a las escaleras.

Kerberos murmuraba una serie de insultos en contra del hermano de Sakura.

—Él es el horrible... Que no se ha visto en un espejo– decía de mala gana.

—Kero, tranquilízate, por suerte mi hermano no notó nada– le dijo Sakura sonriendo— Ahora te quedarás aquí, si te portas bien te traeré galletas.

El animalito pareció animarse y sonrió a su dueña, la que salió a toda prisa.

—Todo por el tal Yuki...– murmuró prendiendo la consola de video juegos para entretenerse un rato.

Sakura vuelve de inmediato a la cocina. No esta dispuesta a perder tiempo, si este mismo puede estarlo  compartiendo con Yukito.

—Serviré enseguida la cena... Yukito, siéntate por favor–dijo Sakura un poco colorada.

El amigo de Touya sonríe, y se ubica en una de las sillas.

—Espero que nos des algo bueno porque si lo hiciste tú...–decía Touya sonriendo burlonamente mientras inspeccionaba el contenido de una olla.

Una gran vena se formó en la cabeza de la pequeña.

Sólo miró de forma poco amigable a su hermano, conteniendo las ganas de darle un fuerte golpe en sus piernas.

—Muchas gracias por la comida–dijeron todos sentados en la mesa.

Yukito comenzó por una gran cucharada y sonriendo comentaba:

—Sakura, esto está exquisito

La niña sólo sonreía, mientras no dejaba de mirarlo.

Touya permanecía en un absoluto silencio...

Cuando los tres ya habían terminado, Touya se levantó de la mesa.

—Voy a comprar– dijo poniéndose sus zapatillas y una chaqueta.

—¿Qué irás a comprar?–pregunta Sakura asomándose por la puerta de la cocina.

—No seas tan entrometida, monstruo– responde con mofa su hermano.

Sakura vuelve su vista hacia Yukito. Él está sonriéndole.

—“Ayy, me quedaré a solas con Yukito... Debo decírselo a ahora”–pensaba con su rostro muy sonrojado.

Bajó la cabeza, necesitaba pensar en qué le diría. Lo había ensayado mucho, pero frente a él sería mucho más penoso.

—Eh... Yukito–comenzó diciendo, a lo que él sólo sonreía— Yo... Tenía que decirte algo, muy importante...

Yukito permanecía sonriendo y Sakura se sentó frente a él.

—Yo... Siento por ti.... mu... mucho cariño–susurró Sakura muy bajo— Eres la persona a quien más... quiero en la vida–dijo alzando su vista a los amables ojos del joven.

Él sonrió muy comprensivo, y tomando una de las manos de la pequeña respondió.

—De verdad, me siento muy contento de que signifique tanto en tu vida... Pero yo no soy la persona correcta Sakura

—¿Es por que no sientes lo mismo?– preguntó ella con ojos lagrimosos.

—Sí... Tú te mereces a alguien que te corresponda Sakura, estoy seguro que muchos chicos se fijan en ti– dijo el con una sonrisa.

Sakura bajó y negó levemente.

—Pero ninguno de ellos es como tú Yukito...–le contesta con baja voz.

—Sakura, debes esperar... Estoy seguro que en alguna parte, ese chico te está esperando.

 

 

 

Las hermanas corren con alegría por el pasillo de la mansión.

Se empujan unas con otras, todas quieren darle la noticia a su pequeño hermano.

Dentro de una habitación, tenuemente iluminada por una lámpara, un joven descansa en su cama.

—¡¡Shaoran!!–exclamaron las cuatro mujeres entrando a la habitación, despertando de golpe a su hermano.

—¿Se puede saber por qué nunca me dejan dormir en paz?– refunfuña él abriendo los ojos con dificultad.

—Es que necesitábamos darte una noticia– dijo Shiefa.

—¡Yo se la diré, soy su hermana favorita!– exclamó Fuutie.

—¡No, yo lo soy!– regañó Fanren.

—¡Ninguna de ustedes, soy yo!– chilló Feimei.

Comenzaba otra más de las tantas discusiones de sus hermanas. Y siempre él, tenía que estar presente.

Minutos después, ya habían decidido por medio de piedra, papel o tijeras, quién le daría la noticia.

—Bueno, mamá traerá a una chica a cenar mañana– le dijo Fanren con una gran sonrisa.

Él permaneció serio, y al ver el rostro alegre de sus hermanas una gota surgió de su cabeza.

—¿Esa era la noticia?– preguntó con tedio.

Todas respondieron afirmativamente.

—Es la misma que he estado recibiendo desde hace tres meses–se quejó él con rostro cansado.

Y era cierto. Sus hermanas traían chicas a cenar cada vez que podían. Shaoran sabía que todo era para buscarle una novia, era lo que hacían desde que tenía memoria.

—¡Pero esta vez, mamá elegirá a la candidata!– agregó Feimei dando pequeños saltitos.

—¿Mi madre estuvo de acuerdo con eso?– se sorprendió el joven.

Una vez más, todas asintieron.

Eso sí era extraño. Su madre no estaba muy de acuerdo con que invitaran chicas desconocidas y que sobretodo tuvieran bajo potencial mágico.

—Tenemos que seguir con los preparativos... ¡Buenas noches!–se despidió Fanren.

Las demás también hicieron señas, lanzándole cariñosos besos.

Siempre tenían que aparecer cuando estaba cansado. Cuando necesitaba cerrar sus ojos y olvidarse de su entrenamiento de Artes Marciales, de los exámenes que se avenían en la secundaria, de lo que decía su Clan, de la cena que harían sus hermanas... ¡Que todo se borrara por un instante! Quería descansar. ¿Por qué tener que preocuparse siempre de todo lo que ocurría? Por qué no tener algún rato para estar tranquilo.

 

Sakura se encontraba debajo de las cobijas de su cama.

Había pedido a Kero estar sola. Sólo un rato.

Yukito se había marchado hace algunos minutos. Luego de que su hermano había llegado, sin traer nada de su “compra”. Sakura llegó a pensar que su hermano sabía lo que quería decirle a Yukito, pero luego se arrepintió de eso. Era absurdo, si lo supiera, le molestaría aún más.

Pero el caso era que Yukito no sentía lo mismo que ella. Y se lo había dejado más que claro.

—“¿Por qué?... Si yo lo quiero tanto”–pensaba con sus hermosos ojos inundados de lagrimas.

¿Desde cuando tenía ese sentimiento? Ya casi no lo recordaba... Pero era desde que lo había conocido, desde que lo vio sonreír gentilmente la primera vez.

Y hasta no le había importado que luego, fuese la identidad falsa de Yue. ¡Aún así lo amaba! Era la persona más importante... Su ser más querido.

Volió a romper en llanto sobre su almohada.

Se sentía horrible. Sin tan sólo pudiera borrar ese momento en que le había confesado sus sentimientos...

—Sakura– dijo una suave vocecilla desde la puerta.

La pequeña no respondió, sólo intentó secarse las lagrimas para que Kero no notara que lloraba.

—¿Estás enferma?– le pregunta inocentemente el guardián.

Ella afirma silenciosamente con la cabeza.

—¿Ya se lo dijiste a tu hermano?

—No... Descuida, se me pasará pronto...–susurró ella— Muy pronto...

El guardián la observa, pero no nota si llora. Está cubierta hasta la cabeza con las cobijas está muy callada.

—Mmh... Voy a dormir... Buenas noches–dice Kero entrando a su cajón.

—Buenas noches– logra decir Sakura.

 

Touya se ha quedado en la cocina, terminando de lavar los platos.

Estaba preocupado por Sakura. No se  había atrevido a preguntarle a Yukito si le había dado la noticia de que se marcharía, pero por la expresión en el rostro de su hermana, sabía que era una tristeza muy grande la que la embargaba.

Para él también era difícil. Separarse de su gran amigo era lo más doloroso. Y no había logrado decirle “buen viaje” o “que estés bien”... Sólo había logrado estrechar su mano con total indiferencia.

Pero era porque eso le dolía, más aún si demostraba los sentimientos que le provocaba ese momento.

Apagó las luces de la cocina. Su padre aún no regresaba, y lo haría tarde debido a sus reuniones.

Subió las escaleras, y al llegar a su habitación, contempló la de su hermana.

Asomó su cabeza y vio todo oscuro. Sakura estaba cubierta con las cobijas y parecía dormida.

Iba a cerrar la puerta cuando sintió algo parecido a un quejido.

—Yukito...

Su hermana estaba llorando, mientras pronunciaba angustiosamente el nombre del joven.

—¿Sakura?– preguntó acercándose a su cama.

Pero no hubo respuesta.

—¿Sakura?– preguntó Touya bajando la cobija que cubría el rostro de su hermana.

La niña dormía, al parecer sólo estaba soñando.

Se quedó un rato cuidándola, hasta que se aseguró que dormía tranquilamente.

Miró la luna y pronunció en un murmullo: Yukito volverá... No debes preocuparte.

 

A la mañana siguiente, el sol parecía más radiante que de costumbre.

Kerberos fue el primero en despertar.

—Ñaam... Que hermoso día–dijo volando hacia la ventana— Sakura, ya es hora de que te levantes.

La chica comenzó a dar vueltas en la cama.

—Tengo sueño...–regañaba tapándose hasta las orejas.

—Oye, recuerda que hoy prometiste entrenar– le recuerda Kero con una sonrisa.

La muchacha abre los ojos.

—Yukito– se dice en voz baja.

No recordaba cuánto había llorado ayer, pero creyó que ya había sido suficiente.

El dolor seguía siendo fuerte, aunque ya era imposible que alguna lagrima hubiese quedado.

—Monstruo, está el desayuno listo– dice Touya tra la puerta.

—¡Ya voy!–responde ella levantándose de la cama.

Se mira detenidamente al espejo. Sus ojos aparentan estar normales, sin embargo, no lucen como de costumbre.

—“Espero que Yukito siga siendo mi amigo... Así al menos podré seguir viéndolo”–pensó con angustia.

 

En otro lugar, otro muchacho se levantaba de ánimos bajos.

—¡Muy buenos días querido hermano!– le saluda Fanren apenas salió de su habitación.

—Buenos días...–dijo él.

Fanren lo siguió, con una gran sonrisa plasmada en su cara.

—¿Por qué te ríes?– le pregunta el muchacho un poco molesto al imaginar ser él el motivo de la burla.

—Estoy tan feliz de que conozcas más gente– respondió ella sonriendo aún más— Eso te ayuda mucho...

Él frunce el seño un poco molesto. ¿Pretendía insinuar acerca de...?

—Shaoran, intenta olvidar...– dijo Fanren con una mirada de preocupación.

El joven baja la cabeza.

Otra vez su hermana lo ha descubierto... Siempre descubre que piensa en ella.

—No puedo Fanren... Es imposible– le responde con sus ojos perdidos en el amplio pasillo.

Su hermana niega con la cabeza mientras posa su mano en su hombro.

Fanren era la única que se había enterado sobre ella... La muchacha a la que Shaoran había confesado sus sentimientos, hace ya tres años.

—Ella no te correspondía, necesitas conocer a la persona indicada– le dice con voz tranquila.

Había que conocer a Shaoran... Él se negaba rotundamente.

—No conoceré a nadie más... No me interesa saber de ninguna mujer, aunque sea ella– contesta Li un poco agresivo.

Fanren da un hondo suspiro, mientras su hermanito menor se adelanta.

El muchacho baja las escaleras a toda prisa, tropezándose con Wei, el mayordomo.

—Joven Shaoran ¿por qué la prisa?– le pregunta el anciano sonriendo.

—Perdón Wei... iba distraído– se excusa el muchacho.

—Oh...Buenos días señorita Fanren– dice el mayordomo mirando al comienzo de la escalera.

Shaoran mira hacia su hermana, quien aguarda con una expresión muy seria en su rostro. Muy similar a la de su madre...

—Buenos días Wei– dice Fanren comenzando a bajar las escaleras.

Shaoran baja su vista e intenta bajar más a prisa las escaleras.

Su madre y sus otras hermanas ya están sentadas en la mesa, hablando secreteadamente.

Muchas veces creemos “imaginar” que es de nosotros de quien hablan a escondidas, pero en este caso, Shaoran sabía que él era el motivo de la conversación y no le molestaba, intentaba parecer indiferente.

—Buenos días– saluda sentándose en su habitual puesto.

—Buenos días– contestan todas sonriendo.

—Que bueno que llegaste...–le dice su madre— Necesitaba anunciarles algo.

Fanren ha llegado ya a la mesa y saluda a sus hermanas y a su madre con una sonrisa.

—Mañana recibiremos una visita– comienza diciendo Ieran con seriedad— Se trata de alguien muy especial.

Shaoran mira con intriga las miradas suspicaces de sus hermanas.

Está molesto. Siempre tienen que ocultarle algo.

—¿Quién es madre?– le pregunta.

Ieran torce un poco su sonrisa y mirando a su hijo responde.

—Ten paciencia Shaoran... Mañana lo sabrás.

Él lanza un bufido mientras sus hermanas ríen, adorando aquel muchacho que aún parece ser un niño. Ese niño curioso que trepaba los árboles y la estantería de los libros; ese que esparcía los perfumes de sus hermanas por toda la casa y jugueteaba en el jardín dando grandes saltos desde el techo o los árboles... Ese niño que cambió su sonrisa desde el fallecimiento de su padre.

El desayuno comenzó a servirse y todos comieron en absoluto silencio. Sólo fue Feimei la que habló sobre el clima y que luego calló al ver que nadie parecía oírla.

 

 

—Aquí está tu desayuno– dijo su hermano depositando un plato de comida en la mesa.

Sakura sonríe, como muy pocas veces lo hacía a su hermano.

—Gracias, se ve rico– dice observando el plato con una gran sonrisa— ¡Gracias por la comida!

Touya también sonríe y sigue con su propio desayuno.

Pero hay una pregunta que necesitaba hacer en esos instantes...

—Oye Sakura... –dijo con algo de duda— ¿Irás... a despedirte de Yukito?

La muchacha comienza a toser, luego de haber tragado demasiado jugo.

—¿Qu.. que dices? ¿A despedirme?– pregunta confundida luego de intentar hablar atragantada.

Touya se arrepiente. No debía haber hecho esa pregunta.

—¡Contéstame hermano! ¿Qué es eso de despedirme de Yukito?–exclama ella con la voz entrecortada y golpeando violentamente la mesa.

—Yukito se irá a Shangai... a terminar sus estudios– responde Touya dando la espalda a su hermana, ya que siente que comenzará a llorar.

Pero Sakura se ha quedado en silencio. Sin creer lo que oía en ese momento.

¿Yukito se iría?... ¿Cuándo? ¿Por qué no se lo había dicho?

Ninguna lagrima recorrió su rostro. Sólo pudo correr hacia la puerta, ponerse los zapatos y salir a la calle.

Su hermano mayor no pronunció palabra y continuó haciendo su desayuno. Con su mirada perdida en la llama de la cocina.

 

La muchacha se detuvo luego de su loca carrera. Respiraba agitadamente y ya no tenía aire.

Había llegado a la casa de Yukito.

Miró a la puerta, aún dudosa de entrar.

—Buenas tardes... ¿en que puedo ayudarle?–preguntó una joven alta de cabellos rojizos y cortos.

—Eh... Busco... A Yukito–dijo Sakura aún respirando dificultosamente.

La joven le sonrió y negó con la cabeza.

—Él ya se marchó muy temprano... Yo soy una amiga de sus abuelos y he venido a cuidar de ellos mientras él está afuera– le responde la joven.

Sakura siente como muchos pensamientos pasan por su mente.

Está aún parada, intentando recobrar el sentido común. ¿Cómo? ¿Cómo no pudo levantarse más temprano? ¿Por qué nadie se lo había dicho?

La joven le preguntaba qué le ocurría, sin embargo Sakura no contestaba.

Caminó y caminó, en tanto la muchacha quedaba preocupada.

—¿Por qué nadie me lo dijo?– preguntaba con una inminente rabia y tristeza en su rostro.

 

Estuvo caminando por la calle mucho rato. Después comenzó a sentir hambre, ya que no había terminado su desayuno.

Llegó a un paradero de buses, sin darse cuenta había llegado a la casa de Tomoyo y no dudó un segundo en hablar con ella.

Tomoyo era su mejor amiga desde la primaria. También era su acompañante en la recolección de las cartas Clow. Siempre se empeñaba en acompañarla aunque fuese arriesgado, y siempre tenía algún traje para que su amiga luciera.

—Hola, soy Kinomoto, Sakura Kinomoto ¿podría ver a Tomoyo?– dijo por el citófono con muy baja voz.

—Sí, pase señorita– dijo la sirvienta abriendo la gran reja, por órdenes que su ama le había dado. La señorita Sakura podría entrar cuando quisiese a la casa.

Tomoyo estaba en su alcoba. Escribía una carta para Eriol, la reencarnación de Clow. Desde que él se había marchado luego de poner a Sakura a prueba para cambiar las últimas cartas, intercambiaban correspondencia.

Se habían convertido en grandes amigos, seguramente, por la actitud muy similar que tenían.

—Señorita Tomoyo, la señorita Sakura quiere verla– dijo la sirvienta golpeando suavemente la puerta de la habitación.

Tomoyo sonrió y contestó:

—Voy enseguida

Se levantó de su escritorio y llevó la carta consigo.

—¡Hola Sakura!– le dijo muy feliz al ver a su amiga.

—Hola Tomoyo– respondió ésta cabizbaja.

Tomoyo notó que algo le ocurría, así que la tomó de la mano para que conversaran en la habitación.

—¿Qué ocurre? Te ves muy triste– dice Tomoyo observando el rostro de su amiga.

Sakura se sienta en uno de los sillones y con la cabeza baja, comienza diciendo:

—Ayer le dije a Yukito mis sentimientos

Una risita de emoción se dejó escapar por los labios de Tomoyo, quien dice: Ay, hasta que por fin te animaste.

Sakura se sonroja un poco, pero recuerda lo que siguió luego...

—Bueno... él me dijo que no podía corresponderme–decía luego Sakura deshaciendo la sonrisa del rostro de su amiga— Él quiere a otra persona...

 

Ya no sentía nada al decirlo. Ahora no era un dolor en su pecho, algo que quemara su alma... Era traición, se sentía traicionada. ¿Por qué si le dijo que siempre estaría a su lado ahora la dejaba? ¿Por qué le había mentido?

Tomoyo de alguna manera compartía los sentimientos de su amiga. Verla sufrir, era como si ella sufriera. Siempre habían sido tan unidas, siempre Sakura había confiado en ella y ella había hecho todo lo que estuviera al alcance de sus manos para ayudarla. Pero ahora, no sabía si debía hablarle,  o esperar a que ella terminara de desahogarse. Sabía muy bien lo mucho que Sakura quería a Yukito. No sabía muy bien si ese sentimiento fuese amor, pero estaba claro que era algo especial.

—Nunca más volveré a ver a Yue– dijo la muchacha con una débil sonrisa.

Su amiga no supo si lo decía en tono irónico o estaba triste. La veía con un rostro confundido, como si la misma Sakura no supiera lo que le ocurría y lo que sentía.

Los ojos verdes de la niña observaron los azulados de Tomoyo. Ella sólo pudo sonreír. No sabía que decir, y es que a ella también le había tomado de sorpresa que Sakura se declarara.

—“Y no pude grabarla...” –pensó con pesadumbre, imaginando lo sonrojada y linda que se veía su amiga ante el joven Tsukishiru.

Sakura se acercó a su amiga y la abrazó. No lloró, no habló y no se movió de ahí.

—Sé que el joven Yukito volverá pronto– susurró Tomoyo, al tiempo que Sakura se separaba de ella.

—¿Cómo... sabes que se fue?– le preguntó.

Tomoyo le sonríe y dice:

—Cuando tu hermano fue a buscarte a la escuela, le oí decirle al joven Yukito si estaba seguro de irse a Shangai

Sakura baja su cabeza pensando ahora en Touya.

¡Qué egoísta se sentía! ¡Ella llorando porque Yukito no le correspondía y Touya teniendo que separarse de su mejor amigo! 

Suspiró quejumbrosamente y volvió a mirar a Tomoyo.

—No te preocupes... Ya me siento mejor– le dijo al ver su mirada llena de preocupación.

—¿Segura?– le pregunta con desconfianza su amiga.

Sakura sonríe, ya sintiéndose mejor.

—Estoy muy segura Tomoyo– luego recuerda algo— ¡Debo regresar a casa! Salí corriendo y no alcancé ni a desayunar... ¡Luego te llamaré!– dice saliendo de la habitación muy sonriente.

A pesar de que su sonrisa era fingida, Tomoyo se alegra de que al menos su amiga tenía el ánimo de al menos “simular” su felicidad.

 

Notas: Hola mundo!!! ^^  soy Gabriela! 

Weno, en esta historia Sakura y Shaoran aún no se conocen, pero ya pasará...

Dedicado a mi amiga Sofía, por dar la idea XDDD por ser la mente maestra de este fic ^_^ como dice ella ¬¬ pero recuerda k también es mío... k no se te suban los humos a la cabeza =) jiji

Comentarios a: gabri_saku@hotmail.com responderé lo más rápido k pueda ^^ nos vemos en el otro capitulo!!!

 

 

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